Athletic Rompeolas 2 – CD Bar Flor 2

Un gol postrero de Rubén Gormaz permitió al Athletic Rompeolas retener un punto frente al CD Bar Flor cuando la derrota ya parecía inevitable tras haberse mostrado incapaz de defender con rigor el 1-1 momentáneo que tanto esfuerzo había costado alcanzar.
El empate posee un valor mayor que el mero punto en sí por haberse producido frente a un equipo llamado a vivir un paso fugaz por la Preferente tras su descenso de Primera y, también, porque supuso levantarse por segunda vez de un mazazo que otros, seguramente, no serán capaces superar.
Pero ese mérito no debe ocultar cuestiones importantes a mejorar para un conjunto que esta temporada, a la vista de la aparente pérdida de competitividad de la categoría, debería dar un paso adelante.
Por encima del resto, llama la atención la falta de oficio y de músculo competitivo para aplicarse en la tarea de defender el 1-1 que tanto esfuerzo había costado sumar.
Porque tras empatar a falta de 11 minutos no se puede encajar un segundo gol de la manera en la que se hizo. Cuando más había que aplicarse en la tarea defensiva, cuando más enérgico había que ser en los duelos individuales, cuando más había que incomodar el juego del rival, resulta que el CD Bar Flor marcó a placer con tres de sus jugadores absolutamente solos, libres de marca dentro del área en una jugada de ataque pausado que ni mucho menos fue un contragolpe.
La lógica dice que cuanto mayor es el esfuerzo que hay detrás de un logro, más se ha de valorar éste. Y la mejor forma de demostrar que lo valoras es defenderlo con ahínco, conservarlo a toda costa. Pues no. Pareció que el objetivo fuese bracear hasta la orilla y, una vez allí, dejarse llevar aguas adentro para morir ahogados.
Si la audacia de volver a empatar con el tiempo ya cumplido sirviera al menos para aprender la lección… pero el escarmiento solo llega —y no siempre— tras darse el tortazo. De igual manera, solo habría servido para engañarse si el resultado al descanso hubiese mantenido ese 0-0 inicial. Habría sido un error —he aquí la segunda torpeza de la mañana— confiar en que con esas tablas momentáneas se podía ir muy lejos.
Porque sí, el equipo se había mostrado consistente durante el primer tiempo, con un portero solvente que se ha convertido en una de las buenas noticias de la nueva temporada, una defensa atenta y contundente, Juan y Rober como feliz dupla de centrocampistas agresivos y, en conjunto, unas transiciones pacientes y elaboradas y hasta incluso algún envío en largo para sorprender. Muy pocos, la verdad.

Pero, en realidad, el bagaje ofensivo había sido bastante escaso. Apenas unos disparos de Posadas desde fuera del área y varias jugadas que malogradas con el último pase. Muy poco con lo que inquietar a un adversario que buscaba el triunfo con insistencia.
Otra vez el embudo en el centro del campo por no utilizar las bandas y el tapón de no salir rápido al contragolpe. Añadido, en esta ocasión, el desperdicio de la velocidad de Daniel Pablo por el costado derecho. Salvo una incursión suya en el primer tiempo que culminó con un centro chut que se marchó ajustado a uno de los palos, no buscó la espalda al lateral rival, ni rompió en diagonal hacia dentro. En suma, no resultó ninguna amenaza para el equipo rival. Y era, a priori, una de las mejores bazas del Rompeolas en ataque.
A ello se sumó que ni Eduardo ni Rubén pudieron aportar gran cosa dadas su discreto estado físico y que Posadas se encontró demasiado solo en punta.
Enfrente, los visitantes desequilibraron la igualada inicial con un simple movimiento de distracción: un delantero que entra en el radio de acción del lateral izquierdo Joaquín, le arrastra con un desmarque de acercamiento mientras su propio lateral hace la pared con un compañero del centro del campo y sale en velocidad pegado a la línea. Así de sencillo. Lo siguiente ya fue la carrera en línea recta de Alonso Tolosa y el balón cruzado lejos del alcance de Óscar, 0-1.
Tras el descanso, los cambios de Rubén Gormaz y luego Toño trataron de dar más alegría ofensiva al equipo y, al poco de la reanudación, el primero de ellos se plantó solo delante del portero Luis Rojas tras un pase al hueco de Posadas, pero el golpeo abajo del joven atacante del Rompe se encontró la pierna derecha del arquero visitante.
El gol de Alberto llegó a balón parado. Un mal despeje de cabeza de un defensa del Bar Flor dejó el esférico manso en el interior del área y, allí, el central del Rompe no desaprovechó el regalo para devolver la igualdad al marcador.
A partir de ese momento, sobrevinieron la desconexión y el bajón físico ya comentados, el segundo gol del Bar Flor que pareció sentenciar el choque y el sorprendente gol de Rubén, tan proclive a eludir los choques y el cuerpo a cuerpo con los rivales y tan atinado para mandar el balón a la cazuela desde la frontal del área con Joaquín tirado en el suelo retorciéndose de dolor tras un golpe en el costado.
