Un tifoso en el Rompeolas

Augusto anuncia velocidad

Sentado con sus compañeros, como uno más, Augusto escucha la alineación y las indicaciones de Kike.

Camuflado en el vestuario entre sus nuevos compañeros, costaba distinguirlo del resto. Vestía de corto como uno más y atendía con el rostro serio a las explicaciones de Kike, aunque sabía que no iba a poder jugar.

Durante el calentamiento del once titular, agarró una pelota y dejó destellos de su toque. «Pues la golpea bien», se oyó en algún corrillo del centro del campo.

«Hola. Hola». No hubo presentaciones. No hacían falta, lo importante acontecía dentro del campo. Hacia allí fueron todas las miradas. También la de Augusto, de pie junto al banquillo. Y también la cámara.

El Rompeolas salió bien plantado y a los seis minutos aprovechó un error defensivo de los locales para adelantarse en el marcador. Dani, el delantero de los naranjas, recibió un balón en largo al espacio, salvó la salida del portero y puso de cara la contienda. El italiano, tieso en la banda, soltó un suspiro.

La comodidad inicial fue desapareciendo poco a poco. El Rompeolas defendía cada vez más cerca de su portería. Llegó el empate, luego cayó el segundo y el tercero noqueó a los visitantes. El objetivo de la cámara, saturado ya de capturar escenas de boxeadores tirados en la lona, viró su objetivo y se topó de nuevo con la figura del transalpino.

«Oye, ¿pero tú puedes jugar hoy ya?». La pregunta nació de la ignorancia y se alimentó del apuro y la necesidad por la debacle de los de naranja. «Me parece que no puedo porque no tengo la ficha, pero, por mí, ahora mismo salía».

Augusto salió de debajo de una piedra, por sorpresa, como a veces aparecen los fichajes del Rompeolas. Nadie sabía muy bien cómo había sucedido, pero lo importante era que estaba allí, aquella mañana en La Cartuja.

El italiano se pasó todo el choque esperando una oportunidad que sabía que nunca llegaría. «¿Y tú de qué juegas?» Sólo había que tirar del hilo. «Yo soy delantero», contestó con aplomo. ¿De los que meten goles? ¿Muchos goles?

«No, bueno… yo juego arriba, me gusta que me echen el balón en largo y yo corro, pero no soy un gran goleador», reconoció sin concederse ni medio halago de más. «Entonces como Higuaín, ¿no?».  Una pregunta con mala leche que parece no surtió el efecto deseado. «Por mí no hay problema. Yo soy de la Juventus, así que Higuaín está bien».

Athletic Rompeolas

Augusto se pasó todo el partido de pie, esperando que alguien le dijera que podía ingresar en el terreno de juego. 

Un napolitano tifoso de la Juve encantado con el cambio de camiseta de El Pipita. ¿Y cómo ves el partido? «No… está bien.. veo el esfuerzo, pero falta equilibrio en el centro del campo», analizó sin querer hacer sangre.

Augusto se pasó la mañana en silencio imaginándose subido al escenario y devorando metros en diagonales mortíferas a la espalda de la defensa rival. «Yo soy un jugador veloz. Es verdad que llevo cuatro meses sin jugar, desde que vine a España, pero toda mi vida he hecho deporte. He jugado al fútbol, al tenis…»

El partido acabó en debacle y el italiano, prudente, evitó hacer cualquier comentario sobre lo visto sobre el campo. Buscó refugio en la sombra y, mientras los demás se duchaban, contó que un buen día allí en Nápoles decidió coger sus cosas y seguir a su novia. Juntos aterrizaron en Zaragoza. Ahora trabaja en una pizzería. ¿Te resulta muy diferente la vida aquí?

«La situación política en Italia es mala»,  apuntó como primera reflexión, súbitamente cortada por el comprensible «pues anda que aquí». Pero él contraatacó: «Ya, pero allí es peor porque pagamos muchos más impuestos y los servicios no funcionan como aquí. Yo les pregunto a los españoles cuánto pagan de tasa de basuras y no me saben decir cuánto es. Allí pagamos 1.500 euros al año, que es una barbaridad. Soportamos muchos impuestos y luego los transportes públicos y las carreteras no están tan bien como aquí. Allí son viejos y están estropeados».

Al final, se montó en el coche de uno de sus nuevos compañeros y regresó a su casa. El próximo domingo ya estará a las órdenes de Kike.

Si lo que anuncia es cierto, el Rompeolas suma a su plantilla un correcaminos con el que puede estirar el ataque. El equipo podrá desahogar el juego en los momentos de mayor agobio, presionar más arriba, qué digo, podrá presionar algo, y logrará fijar a las defensas rivales. Augusto, la punta de flecha.

 

 

 

 

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