Rayo Pinares 1 Athletic Rompeolas 1
Un punto más para seguir dependiendo de sí mismo
El Athletic Rompeolas arranca un empate frente al Rayo Pinares y a falta de dos jornadas tiene en su mano la salvación
El tanto de Eduardo, a pase del debutante Adrián, iguala el gol del pichichi local Javier Giménez, de penalti inexistente

Javier Giménez, pichichi de Segunda Preferente, lanza una falta que acabará desviando la cabeza de Adrián.
Rayo Pinares 1
Santiago Catalán; Javier Ibáñez, David Fuertes, José Valero (Óscar Fuertes, 33), Cristian Simón; Javier Simón, Claudiu Armeni, Fernando Gómez, Javier Gascón; Javier Giménez, Ignacio Solanas (Óscar Fuertes, 62).
Athletic Rompeolas 1
Javi; Ernesto, Deony, José Antonio, Joaquín; Pablo, Juan, Mario Marco (Posadas 41), Jordi; Adrián, Eduardo.
Goles: 1-0, min. 48: Javier Giménez, de penalti. 1-1, min. 61: Eduardo.
Árbitro: Víctor Vicente. Mostró cuatro cartulinas amarillas, una para el local Fernando Gómez y tres para jugadores del Athletic Rompeolas (José Antonio, Joaquín y Adrián).
Incidencias: Vigésimo cuarta jornada de la Laboral Segunda Preferente. Partido disputado en el campo del Giner Torrero. Mañana fresca. Adrián debutó en las filas del Rompeolas 17/18. Posadas se quedó dormido por el cambio de hora y jugó el segundo tiempo. Mario Lafuente y Ángel completaron el banquillo aunque finalmente no disputaron ni un minuto. Al partido acudió también como espectador Iñaki. El Rayo Pinares vistió camiseta roja y pantalón azul. En ambas prendas los jugadores lucieron su dorsal, pero al menos en el caso de su central David Fuertes Tomey, jugó con dos números diferentes: el dorsal 4 en la camiseta y el 14 en el pantalón.
GINER. El Athletic Rompeolas fue capaz de sobreponerse al mazazo de encajar un gol de penalti inexistente y rescató un punto de la complicada visita al Rayo Pinares para seguir alimentando su fe en la salvación. Todavía depende de sí mismo, aunque como del resto de resultados casi ninguno acompañó, (lo habitual), a falta de dos jornadas el margen de error ya se ha reducido a cero.
Era una mañana para estar con el equipo. Quien pudo y quiso acudió a echar una mano. Javi regresó a la portería transmitiendo seguridad y dotes de mando y, de paso, liberó de los guantes a Pablo, quien reforzó y de qué manera el centro del campo. Joaquín soportó el dolor en su rodilla tocada y tapó el lateral izquierdo con oficio. Jordi adelantó su vuelta tras su lesión de hombro y se pateó la zona ancha corriendo muchos minutos detrás del balón. Deoni exprimió una jornada más ese muslo a punto de tirón y dio seguridad al eje de la defensa. Mario Marco apuró la bajada de bandera y jugó la primera parte después de haber dormido apenas una hora. Y Adrián debutó por fin en su segunda etapa en el Rompeolas participando de forma decisiva en la jugada del empate y mostrando el potencial de sus recursos ofensivos. Junto al resto, sin olvidar a los sacrificados Ángel y Mario Lafuente, que apoyaron desde el banquillo y se quedaron sin jugar, el conjunto de Kike y Jesús plantó cara al Rayo Pinares y estuvo cerca de haber culminado la remontada en un ambiente que con el paso de los minutos se volvió más y más hostil.
Los locales, descendidos la pasada temporada de Primera, porfiaban el triunfo para zanjar de una vez la permanencia en Segunda Preferente de forma matemática después de una primera vuelta prometedora (25 puntos) y una segunda en la que se han desinflado hasta quedar muy cerca de meterse en problemas (8 puntos de 30 hasta este partido). Y eso que cuentan con el pichichi de la categoría, Javier Giménez. Él solo ha hecho 20 goles.
El Athetic Rompeolas hizo frente al dominio local con una alineación improvisada segundos antes del pitido inicial. La consigna ante todo, aguantar el sitio, cerrar los espacios y buscar el contragolpe, como viene siendo costumbre desde que este equipo tomó por fin conciencia de que no puede hacer más regalos. Y no hay mejor estrategia si tu once titular está plagado de gente tocada (Joaquín, Deony, Jordi, Mario), estás con la soga al cuello en la clasificación y juegas en un campo pequeño en el que las áreas lo son casi todo. Esa forma de encarar el partido restó mucha fluidez al alegre juego local, que en el encuentro de la primera vuelta desarboló a su anchas las líneas defensivas de los blanquinegros.
Dos únicos puntos de desestabilización amenazaban el entramado preparado por los visitantes. Por un lado, su falta de contundencia con el balón en los pies. ¿Eran pases o despejes? En todo caso, fueron balones perdidos que impidieron una y otra vez tener presencia en el campo contrario.
Por otro, la absoluta candidez demostrada por muchos de los blanquinegros. Desde el principio, el Rayo Pinares llevó todas las situaciones del juego al límite. Cada balón dividido acaba con un jugador local tendido en el suelo fingiendo una entrada dura de su oponente o incluso, en ocasiones, una agresión. Y, claro, con las consiguientes protestas al árbitro buscando tarjetas. De la pantomima participaron de forma inconsciente los directamente perjudicados cuando fueron a disculparse, a dar explicaciones y a negar cualquier mala intención, lo que les hizo perder la posición y distraerse enzarzándose en discusiones absurdas. Entraron al juego como pardillos. Y es que todo lo que el Rompeolas tiene de bueno (es el segundo equipo en la clasificación de la deportividad), lo tiene de tonto. Todo lo contrario que el Rayo Pinares, que habiendo visto casi el doble de tarjetas en esta liga (102) que el Rompeolas (56), pretendió hacer pasar a su adversario por un equipo bronco.
Y cuando a algún jugador blanquinegro se le ocurría reclamar al árbitro una falta, sus adversarios se lo le recriminaban enérgicamente. «El fútbol es de contacto. Si no quieres que te toquen, dedícate al futbolín», le espetó el central José Valero a Jordi tras una carga cerca del saque de esquina. No midió bien el zaguero local porque tras varios golpes fortuitos, un mareo y un mal apoyo tuvo que pedir el cambio en el minuto 33.
En medio de ese artificio, el Rayo Pinares acaparó el balón y trató de imponer su velocidad en las transiciones. Javier Giménez se acercaba en diagonal a recibir el balón de los laterales desde una posición intermedia para escapar de la vigilancia de los centrales del Rompeolas, pero su evidente peligro quedaba reducido por la falta de espacios. El peligro real, más allá de la amenaza constante, llegó con una increíble internada del lateral Cristian Simón, que se fue de hasta cinco jugadores blanquinegros pero luego no acertó a resolver al borde del área. También tuvo su ocasión Javier Giménez, con un disparo al primer palo que Javi, atento, repelió abajo.

Javi despeja junto al primer palo el remate de Javier Giménez mientras Jordi (6) observa la jugada cómodamente sentado.
Dos llegadas más tuvo el Rayo Pinares antes del descanso. Ambas a balón parado. Primero un remate de cabeza del maltrecho José Valero y luego una colada de Cristian Simón al segundo palo. Pareció un despiste de Ernesto, pero es que Javi pidió el balón y luego no salió a por él. Cosas que (le) pasan…

Misil teledirigido de Adrián que acabará golpeando en el larguero. Fue la mejor ocasión del Rompeolas en el primer tiempo.
En el segundo tiempo, ya con su reloj vital en hora, Posadas saltó al campo en lugar de Mario Marco para situarse en punta junto a Eduardo y Adrián pasó al costado derecho. Se notó mayor compenetración entre la pareja de atacantes y el Rompeolas, pese a seguir siendo dominado por su rival, llegó más veces y de forma más clara arriba. El primer acercamiento en jugada llegó por medio de Eduardo, quien apuró la línea de fondo y acabó disparando al lateral de la red.
La sensación de mejoría se esfumó de forma repentina cuando el árbitro picó con el engaño dentro del área de David Fuertes. El zaguero del Rayo Pinares, dorsal 4 a la espalda y dorsal 14 en el pantalón, recogió en el segundo palo un balón centrado desde la parte derecha y él solito se desplomó con el esférico. No medió pierna alguna de ningún jugador del Rompeolas, pero el árbitro, mal colocado en la parte opuesta del área, interpretó que, al igual que instantes antes Pablo había metido la pierna a un rival, lo mismo había hecho frente al defensa local. Al final, por muy frío que el juez de la contienda se manifestase toda la mañana, el hostigamiento con protestas constantes de los de Torrero tuvo su fruto.
Javier Giménez se encargó de transformar la pena máxima chutando a la derecha de Javi, 1-0. La situación del Rompeolas se ponía de color hormiga. En descenso, por detrás en el marcador y con un rival que esperaba ansioso poder sentenciar al contragolpe. Lo difícil era mantener la calma, no entrar en polémicas y seguir conteniendo a la espera de una oportunidad.
Los locales se echaron instintivamente atrás y al conjunto blanquinegro le tocó proponer. Pero si había alguna posibilidad de sacar algo positivo de Torrero, esta pasaba por mantener la cabeza fría y seguir agazapados atrás.

Giménez, dorsal 10, se deja caer al suelo reclamando una falta de José Antonio en un contragolpe del Rayo Pinares.
La apuesta desesperada, porque también hay que estar desesperado para no cambiar de estrategia cuando todo se tuerce, encontró su pequeño milagro en un balón que se perdía por la banda izquierda del Rayo Pinares protegido por el lateral Cristian Simón. Adrián acudió a la presión y desnudó la candidez del defensa local. Apuró luego la línea de fondo, hizo un recorte y tras levantar la cabeza dio un pase de gol a Eduardo, que sólo tuvo que empujar el regalo a la red.
La igualdad en el marcador abrió más el partido y el Rompeolas acumuló varias llegadas claras para haber culminado la remontada. La sensación de vértigo fue creciendo con cada intercambio de ataques. De verlo todo perdido, a rescatar un punto, a poder conseguir los tres, a poder quedarse sin ninguno…
Adrián volvió a progresar por la parte derecha y su centro dejó solo a Posadas, que se durmió ajustando las manecillas de su pierna derecha y, cuando quiso despertar recortando hacia la izquierda, su disparo con la zurda fue abortado por un defensor.
En otra llegada por el centro, el 22 del Rompeolas estrelló su disparo contra el cuerpo de un zaguero local. Lo mismo le ocurrió a Adrián minutos después. El conjunto visitante se encaramaba al borde de una cornisa en cada acercamiento porque luego el Rayo Pinares daba la réplica al contragolpe. En ese escenario, los cuatro de atrás, con especial relevancia los dos centrales Deony y José Antonio, se mantuvieron firmes lidiando con el vértigo de condenarse por cualquier pequeño desliz. Como en el que incurrió Joaquín cometiendo dos infracciones en pocos inutos, una mano sancionada con cartulina amarilla y luego una falta en el centro del campo por llegar tarde que, tal y como estaba el partido, bien le podría haber hecho ver la segunda amonestación.
La presión del conjunto local no paró de crecer hasta el punto de querer arrogarse en exclusiva el derecho a protestar. Así lo hizo saber el recién sustituido Ignacio Solanas al banquillo del Rompeolas. Pareció que hubiera que actuar como un convidado de piedra al teatrillo. Cada intervención de Pablo en el centro del campo cortando el balón era denunciada como si allí mismo apareciera el conocido como ‘carnicero de Milwaukee’. En el saque de una falta a favor de los locales, su delantero Fernando Gómez fue al choque con el codo por delante y éste impactó en el rostro de José Antonio, que ya había visto una cartulina amarilla. Entonces, el banquillo del Rayo Pinares, en lugar de taparse un poquito, reaccionó de forma agresiva porque el central del Rompeolas recriminara al punta local su violenta acción empujándole con un brazo.
En los eternos instantes finales el Rayo Pinares pudo llevarse el triunfo y haber sumido al Rompeolas en el drama con un lanzamiento de falta de su buque insignia Javier Giménez que fue desviado por la cabeza de Adrián al palo opuesto al que se dirigía. Javi no se movió, «para qué, si no iba a llegar», fue su explicación posterior en un vestuario donde sobre todo se respiró alivio y orgullo por la actuación.
El punto, segundo empate consecutivo del Athletic Rompeolas, vuelve a ser insuficiente para la angustiosa necesidad de sumar, pero permite seguir con vida, que no es poco. Para el Rayo Pinares supone la salvación matemática por cuanto a falta de dos partidos (a ellos tres) aventaja al conjunto blanquinegro en 6 puntos y en caso de empate a 34 puntos haría bueno el golaveraje a su favor (0-3, 1-1).
El Athletic Rompeolas se juega su salvación la próxima jornada frente a la Agrupación Deportiva Urriés, que le aventaja en dos puntos. Restan 6 puntos y hay 7 equipos con opciones más o menos reales de caer al pozo. Lo que no resulta de recibo es que a estas alturas todavía no se haya disputado ese partido aplazado entre el Veteranos Garrapinillos, directamente implicado en la pelea por la permanencia, y el Rayo Pinares. Un encuentro que no pudo disputarse nada menos que el pasado 7 de enero, en la última jornada de la primera vuelta. Cómo no, otra vez el campo de San Lorenzo. Esos tres puntos ya no valen lo mismo tras la disputa de esta jornada, ni suponían lo mismo hace un mes que hace tres, ni valdrán un pimiento dentro de dos jornadas. Este hecho desvirtúa por completo la competición y habla de la falta de seriedad de la entidad que la organiza, la Asociación Provincial Zaragozana de Cultura y Deporte Laboral.