Mortis FC 0 Athletic Rompeolas 0
Hombrada del Rompeolas
El conjunto blanquinegro arranca un punto frente al Mortis FC pese a jugar todo el partido con diez jugadores
Mortis FC 0
Brian Recio; Sergio García, Adrián Giménez, Sergio Yagüe; Félix Ruiz, Víctor Salinas, Mario Sanz, Daniel Marquina, José Zaera; Ángel Pueyo, Mario Ortín (Alejandro Muñoz, 49).
Athletic Rompeolas 0
Pablo; Ernesto, David González, Guillermo, Joaquín; Rober, Posadas, Ángel, Héctor; Dani.
Goles: –
Árbitro: Ignacio Asensio y Guajardo. El árbitro detuvo el partido en el minuto 29 (para él fue en el 32) porque un grupo de siete personas no identificadas que habían comenzado a increparle por sus decisiones desde el banquillo del Mortis FC se negaban a abandonar esa posición. El juez de la contienda, que al comienzo del juego había consentido su presencia en ese punto del campo a condición de que permanecieran callados, reunió a ambos capitanes en el centro del campo y amenazó con suspender el partido. Finalmente, el grupo de personas del Mortis se marchó del banquillo y el encuentro se reanudó, aunque Asensio y Guajardo refleja en el acta que ese grupo de siete personas sin ficha (se entiende que al final del partido) «me ha increpado hasta mi entrada en el vestuario». El árbitro, además, mostró cartulina amarilla al local Mario Sanz (min. 28) y el visitante Guillermo (min. 65). Expulsó por doble amonestación a los locales Ángel Pueyo, (min. 21 y 65) y Sergio García (min. 52 y 83). De este último consigna, además, que la segunda amarilla fue por llamarle «sinvergüenza».
Incidencias: Decimoséptima jornada de Laboral Segunda Preferente. Mañana fría y lluviosa. El agua no dejó de caer durante todo el encuentro y durante el segundo tiempo lo hizo con mayor intensidad. El Rompeolas, con sólo diez efectivos, estuvo dirigido desde el banquillo por Alberto. A la conclusión del partido varios integrantes del Mortis continuaron increpando al árbitro hasta su caseta, como el propio juez reflejó después en el acta.
PARQUE DEPORTIVO EBRO. La clasificación sigue sin reflejarlo, pero es cuestión de tiempo que el Athletic Rompeolas salga del pozo en el que lleva metido desde el principio de temporada. El resto de equipos implicados en el descenso continúan sumando, pero ello no alivia su situación porque el conjunto blanquinegro resiste. Y lo hace en las peores circunstancias, como las de esta jornada. Un rival insultantemente joven y de calidad como el Mortis FC, hasta esta pasada jornada tercer clasificado, y una convocatoria propia bajo mínimos, con diez efectivos reunidos a última hora que saltaron al verde mojado del Parque Deportivo Ebro con la moral de los mártires.
Había que comparecer, en primer lugar, para evitar una sanción y no perder así los tres valiosísimos puntos de la pasada jornada frente al Intersport Leciñena. Y luego, dar la cara. Mantener la dignidad.
Los diez valientes vencieron cuitas y debilidades y se sacrificaron por una sola idea. Había que echarle narices para lo que se venía encima. Pablo se colocó bajo los palos. La defensa estuvo formada por Ernesto y Joaquín, en los laterales, con un maltrecho David González y Guillermo en el eje. Por delante, Posadas y Rober en el centro y Héctor y Ángel en las bandas. A destacar la asistencia del veterano 7 del Rompeolas, que pese a llevar varios partidos sin haber disputado ni un solo minuto, quiso arrimar el hombro en una mañana complicada. Y arriba, con un océano como horizonte, Dani.
La consigna era permanecer todos muy juntos y replegados, sacando la línea de atrás hasta un punto prudencial que evitara quedar colgados del larguero pero sin dejar la espada a merced de un simple pelotazo en largo. No se renunciaba a la posesión útil y el contragolpe, pero quedaba claro que el balón sería para el Mortis.

Joaquín protege el esférico cerca de su propio área ante la presión del jugador del Mortis Félix Ruiz.
Así fue durante todo el partido. Los locales son un conjunto de veinteañeros que practica un fútbol ágil y enérgico. Mueve el balón con pausa haciendo transiciones largas. No tienen prisa por llegar al marco rival y mueven el balón de posición a posición hasta buscar un cambio de orientación con el que penetrar por la banda opuesta.
Los primeros minutos dejaron dos apuntes muy claros: el equilibrio podía romperse por la situación entre línea del dorsal 10, Ángel Pueyo, libre de marca pero escasamente buscado por sus compañeros, que preferían volcar las penetraciones por la banda izquierda, donde el extremo Mario Sanz en seguida detectó la falta de contundencia de Ernesto.

Mario Sanz, extremo izquierda del Mortis FC, trata de desbordar a Ernesto en el pico derecho del área.
Varios centros peligrosos llegaron por ese costado, pero ningún atacante local llegó al remate. Entre tanto, Posadas se afanaba en distraer el juego con sus conducciones y sus combinaciones, Rober comenzaba su despliegue físico, Héctor trataba de progresar por banda sin descuidar su aportación al centro y Dani peleaba cada balón despejado contra cuatro y cinco rivales. Cada saque de banda a favor, cada falta forzada era un pequeño triunfo del colectivo.
Los cuatro de atrás del Rompeolas se comportaron como una zaga seria que no se ofuscó en achicar balones y trató incluso de sacar la pelota jugada cuando se pudo gracias a los apoyos del centro del campo. Ángel, Posadas, Rober y Héctor se ofrecieron siempre que pudieron para no rifar el esférico. Hasta donde llegase el físico. Guillermo, tan fuera de sitio el día del CD Porvenir, se acopló perfectamente como central en esta ocasión y, salvo un pequeño desliz cuando cuando se quedó clavado sin correr hacia atrás levantando un brazo para reclamar un fuera de juego, se puso morado de cortar balones, anticiparse a pases decisivos y achicar espacios. El binefarense presentó su candidatura al puesto para preocupación de algún central consagrado, esta vez ausente.
La cobertura defensiva del Rompeolas, algo difusa en el necesario marcaje estrecho del delantero centro Mario Ortín, contó con la colaboración del árbitro, muy puntilloso como acostumbra para señalar fuera de juego a la mínima que el atacante parece recibir adelantado. Una y otra vez, el Mortis cocinaba la jugada a fuego lento y, al llegar a la frontal del área, la doble muralla blanquinegra apostada justo delante del borde del área deshacía cada intentona como se vienen abajo los castillos de arena en la playa.

El árbitro muestra entre protestas una tarjeta amarilla para el Mortis por una entrada a destiempo sobre Héctor, de rodillas.
El paso de los minutos sin que el marcador se moviera elevó el nerviosismo de los por otra parte impulsivos jugadores del Mortis. Toda la paciencia que mostraban moviendo la pelota desaparecía en cuanto el Rompeolas cortaba la jugada o el árbitro señalaba cualquier decisión en contra de sus intereses. Su reacción fue cometer varias faltas desmedidas y a destiempo. Una patada por detrás, un empujón violento sin intención de disputar el esférico… Y protestas. Definitivamente los locales no estaban sabiendo jugar un partido contra diez.

El árbitro pide calma a los jugadores del Mortis justo antes de reanudar el partido tras la amenaza de suspensión.
Y más protestas. Esta vez ya desde el banquillo local por parte de un se grupo de personas sin ficha que ocupaban ese espacio con consentimiento del árbitro y bajo la condición de que guardasen las formas. En ese punto, minuto 29, Asensio y Guajardo detuvo el partido y ordenó el desalojo del banquillo local. El grupo señalado se resistió a cumplir la orden y el juez desobedecido citó a los capitanes y amenazó con suspender el partido e irse al vestuario. El griterío creció. Que si detrás de la valla, que si no, a diez metros, que si fuera ya, que si no, nos vamos todos. Ese incidente abrió la espita.
La sobre excitación de los locales se hizo patente en cada jugada. Con Posadas tendido en el suelo después de sufrir una nueva falta, varios jugadores del Mortis se desahogaron: «Míralo, el que quería jugar», «vete a casa». Uno de ellos exclamó: «Esto no lo había visto nunca y mira que llevo años jugando al fútbol». Viniendo de un veinteañero que se enfrenta a casi cuarentones resulta enternecedor.
El Rompeolas navegaba en esa tormenta con el pulso firme, exprimiendo al máximo cada aproximación como si fuera la última. Posadas se desdobló en ataque en varias ocasiones sin poder culminar con éxito sus ofensivas. En otra jugada entre Héctor, Ángel, Rober y Joaquín, Dani no llegó por poco al remate dentro del área. Y la mejor ocasión del primer tiempo vino de algo simple como un botijo: Rober botó una falta en la línea del centro del campo, pegado a la banda derecha. Héctor recibió de espaldas dentro del área y, tras darse la vuelta, conectó un buen disparo al que el portero local respondió con mejores reflejos.
En el segundo tiempo, bajo una lluvia más intensa, los diez de la resistencia se sintieron inconscientemente más cómodos y defendieron varios metros más arriba, lo que le dio pie al Mortis FC a añadir el recurso de los envíos en largo a ese intercambio de pases de un lado a otro del campo. Los extremos locales centraron una y mil veces pero siempre se encontraron con una defensa concentrada al quite. Y cuando los ataques terminaban en un remate desde la frontal, la falta de puntería de los lanzadores o la seguridad de Pablo bajo los palos acababan con el peligro.
Desde fuera daba vértigo ver desdoblarse en ataque al centro del campo blanquinegro según caían los minutos, pero cada vez había más ocasiones para ello, pues los locales perdían el balón con mayor frecuencia pese a su superioridad numérica. El Rompeolas, confundido por el espejismo de poder disputar el triunfo, podía caer en el error de abrirse y ser cazado al contragolpe.

Joaquín, en el suelo, se duele de un codazo. Guillermo, al fondo, en la trifulca. Y, en la banda, los desalojados, de regreso.
Más si cabe tras igualarse el partido con la absurda expulsión por segunda amarilla del dorsal 10 del Mortis, Ángel Pueyo, pasado de revoluciones (como muchos de sus compañeros), después de dejar un codo en una caída en la banda con el jugador del Rompeolas Joaquín y después encararse con el blanquinegro Guillermo que fue a recriminarse su acción. La expulsión se torna todavía más estúpida tras la lectura del acta porque el árbitro fundamenta la segunda tarjeta amarilla con la norma 8, esto es, «por encararse con un adversario o dirigirse inapropiadamente»
Diez para diez, el choque adquirió un ritmo vertiginoso. Una vorágine de contragolpes, de idas y venidas en ambas áreas que puso a todos con el corazón en un puño. En una aventura por la derecha, Ernesto cabalgó en solitario hasta la frontal y sirvió en bandeja lo que ya se cantaba como el tanto de la machada. Dani se arrojó al suelo pero no llegó por un instante y el balón pasó de largo frente al portero del Mortis, al que sólo le quedó hacer la estatua como un portero de balonmano.
Luego Posadas recibió dentro del área y su disparo salió rebotado hasta llegar a Héctor, que volvió a probar fortuna con su cañoncito, pero otra vez Brian Recio salvó a los suyos con otra buena parada.
Rober se desató y, como si no hubiese ido todo el partido de cráneo, saltó varias veces a la presión incluso llegando al área rival ante las llamadas a la cordura desde su banquillo.
Cuanto más acariciaba el Rompeolas la idea de lograr el triunfo, más se veía abocado a la crueldad de acabar ajusticiado por algún desajuste fruto de la falta de fuerzas. Pero pese a que el Mortis no dejó de intentarlo hasta el último instante, el resultado no se movió de ese cero a cero inicial. Cuatro puntos de seis posibles y la portería propia a cero en dos encuentros frente al líder y el tercero de la tabla en una circunstancias muy complicadas.
Los diez del Parque Deportivo Ebro merecen un monumento. Quizá este punto pueda llegar a ser a final de temporada el de la salvación.

Posadas, Guillermo, Héctor y Ángel defendiendo l borde del área, pegados a la línea de defensa. La muralla del Rompeolas.
CODA. Helenio Herrera hizo popular la afirmación de que al fútbol se juega mejor con diez que con once. Una paradoja, una boutade si se quiere, detrás de la que se esconde una gran verdad: cuando existe una situación de debilidad, el grupo de conjura, cada uno aparca sus cuitas y da lo mejor de sí. Los escasos recursos se exprimen al máximo.
Así, el Athletic Rompeolas, con diez jugadores durante los más de 80 minutos que duró el partido, recibió menos ocasiones que en el encuentro de la primera vuelta, en el que jugó con once. Quizá defender más replegados frente a un rival como el Mortis, con tanto dominio del balón, resulta más positivo.
Otra cuestión relevante. Con un jugador menos, la defensa del Rompeolas raramente rifó el balón. ¿Qué ocurrió entonces? Primero, que los cuatro de atrás sabían perfectamente que cada balón perdido era volver otra vez a correr detrás de los de rojo con todo un partido por delante. Segundo, los cinco de delante (porque no había más), sabedores de que con uno menos era harto complicado quedarse con la posesión, se ofrecieron como nunca, se acercaron, tocaron de cara, soltaron la pelota y corrieron al espacio. Es para pensarlo…