Mal de altura
El Athletic Rompeolas indulta al Deportivo Almozara tras irse 2-0 al descanso y acaba sufriendo para rescatar un punto
Athletic Rompeolas 2
Adrián; Daniel Pablo, Dioni, José Antonio, Sierra (Joaquín, 53); Juan, David Soriano, Toño, Santi Mur (Kike, 82), José Manuel (Ernesto, 67), Denis (Ángel, 80).
Deportivo Almozara 2
José Gabarre; Jonatan de Martín, Samuel Viktorov, Julio Acebo, Alejandro Hurtado; Ángel Pueyo, Samuel Blasco, Jesús Gil, Reda Khadraqui, A. Muñoz, Daniel Herrejón.
Goles: 1-0, min. 16: Denis, de penalti. 2-0, min. 24: Santi Mur. 2-1, min. 51: Reda Khadraqui. 2-2, min. 65: Ángel Pueyo, de falta.
Árbitro: C. Martínez. Mostró cartulinas amarillas a los locales Juan, Alberto, Sierra y Daniel Pablo y a los visitantes Reda Khadraqui y Pedro Gabarre. En el acta, el árbitro no hace constar más que dos jugadores suplentes por equipo y ello pese a que algunos de ellos sí entraron a jugar en algún momento.
Incidencias: Mañana soleada. Con el partido ya comenzado, minuto 6, el árbitro detuvo el juego porque se percató de que el color de la camiseta del portero visitante coincidía con la suya propia. El encuentro estuvo parado por espacio de unos cuatro minutos, tiempo durante el cual, a instancia del conjunto visitante, también terminó por obligar al cancerbero local a cambiarse su camiseta por ser negra, mismo color que el de la indumentaria del Deportivo Almozara. Por otra parte, a la conclusión del encuentro, el jugador local José Manuel se encontró la desagradable sorpresa de que alguien había reventado la luna de la puerta del copiloto de su furgoneta aparcada junto a la tapia del cementerio.
GINER. El Athletic Rompeolas desaprovechó una gran ocasión para haberse acercado un poco más a la cima de la clasificación de Segunda Preferente empatando a dos frente al Deportivo Almozara después de haberse marchado al descanso con un 2-0 de ventaja y disfrutar de varias ocasiones claras de gol en el segundo tiempo.
Pudo ser miedo a las alturas o simplemente el justo castigo a la colección de errores cometidos en ambas áreas lo que hizo que los avispas acabasen contra las cuerdas ante el empuje del joven conjunto visitante, uno de los claros candidatos al ascenso a Primera Laboral.
Cualquiera pudo ganar, pero ni la entidad del rival ni la sensación de desmoronamiento del último cuarto de hora y el miedo a perderlo todo borraron en los locales la sensación de haber dejado escapar una buena oportunidad. Sobre todo porque los tantos visitantes incidieron una vez más en el mayor vicio del Rompeolas, que es complicarse la vida él mismo. No sirvió de nada la clara advertencia realizada durante la charla previa, reiterada con mayor énfasis en el descanso. Los avispas son la rana a la que siempre acaba picando el escorpión.
Tampoco resultó baladí en el resultado final, una vez más, la actuación del árbitro C. Martínez, siempre más preocupado por lo superfluo que por lo esencial, que es aplicar el reglamento y rellenar convenientemente un acta.
Para hacer desfilar ceremoniosamente a ambos conjuntos antes del pitido inicial, práctica en desuso, revisar la composición de un banquillo persona por persona y detener el encuentro en el minuto seis porque el color azul celeste de su camiseta coincida con la del portero visitante siempre puedes contar con C. Martínez.
En cambio, la coincidencia cromática en el negro de las indumentarias del portero del Rompeolas y de los once jugadores del Deportivo Almozara no llamó su atención. Que los pantalones y las medias de los veintidós jugadores sobre el campo fueran de color negro tampoco le resultó un problema. Por no hablar de que no reparó en el Pantone hasta el minuto 6 y mantuvo el juego detenido por espacio de algo más de cuatro minutos, con amago de seguir el juego de forma temporal hasta que los visitantes encontraran una prenda de otro color que pudiera enfundarse el arquero visitante.
Menos escrupuloso se mostró en la señalización de faltas. Algunas, que parecieron obvias, quedaron sin pitar con argumentos tan increíbles como el de que «no ha habido sangre». Otras acciones, en las que los jugadores parecieron tocar limpiamente el balón, sí fueron sancionadas.
Su criterio errático exaspera y desespera a cualquiera. A los cuatro minutos del comienzo del choque, el centrocampista local Juan Estraña se llevó una cartulina amarilla por verse en medio del saque de una falta en el centro del campo sin opción de haberse apartado y sin mediar un posible contragolpe del Deportivo Almozara que dejara entrever por su parte una intención aviesa. Son estas cosicas de C. Martínez las que hacen que el equipo que hasta esta pasada jornada había visto menos cartulinas de Segunda Preferente, el Athletic Rompeolas (diez en ocho partidos), fuera agraciado este domingo con cuatro.
El colmo llegó cuando de manera involuntaria interceptó con su cuerpo un pase de un jugador local en el centro del campo y su primera reacción fue simplemente apartarse y dejar seguir el juego, proceder habitual hasta la última modificación de las reglas de juego… hace ya varias jornadas. Las protestas incrédulas de los avispas y la indignación airada del banquillo local parece que le refrescaron súbitamente la memoria.
La magia de internet hace más sencillo seguir el rastro de quien lo deja. Y el reguero de C. Martínez cuenta ya con cierto recorrido. Su firma aparece aquí, su sello también se aprecia allí y, cómo no, su huella todavía se aprecia un poco más allá.
Cerrado este prolongado paréntesis, lo cierto es que el Deportivo Almozara saltó al verde de Torrero con la idea de hacerse dueño del juego. Ángel Pueyo movió el esférico de un lado a otro con sus clásicos cambios de orientación y pareció que enfrente estaba el Mortis de hace dos temporadas. Como entonces, el Rompeolas se defendió con un repliegue intenso formando dos líneas de cuatro, la de una defensa con José Antonio y Dioni en el eje y Daniel Pablo y Sierra en los costados, y la de un centro del campo con David Soriano y Juan por en medio y Toño y Santi Mur por las bandas. José Manuel y Denis aguardaron agazapados por delante esperando las salidas al contragolpe, que, con el paso de los minutos, se hicieron más frecuentes porque los visitantes movían el balón con demasiada parsimonia como para sorprender y lo acababan perdiendo por la superioridad de los tres del Rompe en el centro.
Los movimientos anárquicos de Denis en la punta de ataque despistaron a la zaga visitante, que no encontró una referencia clara a la que marcar mientras veía cómo Santi Mur amenazaba constantemente su flanco derecho y José Manuel tocaba entre líneas.
Pasado el cuarto de hora, un chut del Rompeolas dentro del área fue interceptado por el cuerpo de un zaguero, posiblemente Julio Acebo. El árbitro entendió que el zaguero había cortado la trayectoria del esférico con uno de sus brazos, pero vaya usted a saber. El banquillo visitante lo calificó de auténtico «regalo». Y Denis aprovechó la circunstancia para abrir el marcador desde los once metros con un tiro ajustado al palo derecho de José Gabarre, 1-0.
La contrariedad se hizo mayor para el Deportivo Almozara tan sólo ocho minutos después cuando una presión de Denis y Santi Mur al borde del área forzó el error de la zaga y el portero visitantes y el 15 del Rompeolas elevó el 2-0 al marcador.
El segundo mazazo no amilanó a los de negro, que incluso buscaron con más ahínco, y menos contemplaciones, el área de un hasta entonces tranquilo Adrián. Jesús Gil se asomó al área local con un disparo demasiado cruzado que acabó a los pies de Jonatan de Martín, que dio el primer gran susto enviando el esférico a un lateral de la red.
Pero lo que realmente complicó la vida al portero del Rompeolas fue la falta de contundencia de sus compañeros de zaga frente a los envíos aéreos del rival. José Antonio que no salta y sale del enredo cometiendo falta al borde del área; Sierra que no salta de cabeza con contundencia y acaba cometiendo falta; Dioni, que deja botar el balón, pierde la referencia del delantero a marcar y cuando se ve superado a su espalda, acaba estirando los brazos para frenarle dentro del área… penalti.
El jugador del Deportivo Almozara encargado de lanzar quiso ajustar tanto su tiro que acabó enviando el esférico al palo derecho del portal de Adrián. Inmediatamente después, el árbitro decretó el final del primer tiempo, así que la lección estaba fresca para la reflexión del vestuario. Con una ventaja de dos goles y la sensación de tener el partido controlado, el Athletic Rompeolas ni podía relajarse ni debía cometer errores absurdos con la pelota.
En la reanudación, los de negro buscaron desde la primera jugada meterse en el campo de su adversario, pero el Rompeolas acabó imponiéndose en el centro del campo. El trabajo incansable de Juan y David Soriano y los apoyos de José Manuel y Toño cortocircuitaron el centro del campo visitante, que trató de salir con envíos en largo cortados en seco por la zaga avispa. La incomunicación partió en dos el bloque de la Almozara y por las bandas hicieron fortuna un por momentos agigantado Daniel Pablo y el tándem formado por Santi Mur y José Sierra.
La superioridad por fuera facilitó las llegadas al área visitante con varios centros y penetraciones por el centro que acabaron con disparos desde la frontal. Soriano, José Manuel, Juan, Denis… El Rompeolas se sentía aún más cómodo que en el primer tiempo porque robaba el balón más arriba y se veía haciendo el tercero, pero la puntería brilló por su ausencia.
La doble ocasión más clara llegó por la parte izquierda. Santi Mur recortó hacia dentro en el pico del área y se sacó un tiro raso y ajustado al palo derecho al que José Gabarre respondió de forma brillante sacando una buena mano abajo. El esférico quedó suelto y por allí apareció Juan con ganas de reventar el balón cuando apenas tenía que tocarlo lejos del alcance del señor de verde y blanco. El chut acabó siendo retenido por la red de protección que se eleva varios metros por encima del bar del campo del Giner Torrero.
El cupo de errores del Rompeolas podía haberse quedado en la falta de puntería, pero no. El saco sin fondo guardaba más regalos. En el momento más inadecuado, aparecieron errores innecesarios como tratar de jugar toda costa un balón desde atrás o intentar bajarlo y tener que hacer una falta en campo propio porque el control se había quedado corto.
Esas concesiones le dieron la vida al Deportivo Almozara, incapaz hasta ese momento de llegar con algo de sentido al área de Adrián. En una de esas acciones a balón parado, el balón colgado al segundo palo pasó por encima de todas las cabezas de jugadores del Rompeolas, permitiendo que un jugador visitante devolviera el esférico al área pequeña, donde un compañero suyo sólo tuvo que empujar el esférico a la red, 1-2.
Era lo que necesitaba el Deportivo Almozara, una mínima opción para venirse arriba y darle la vuelta al choque. Donde antes se había visto desidia, ahora surgían la garra y la energía y a borbotones. Frente a eso, el Rompeolas respondió con nerviosismo. Perdió el control y le surgieron las dudas.
Poco después, en una falta señalada por C. Martínez que no pareció tal, Ángel Pueyo sacó su fusil de larga distancia y limpió las telarañas de la escuadra derecha del portal de Adrián. Un auténtico golazo que desató la locura en las huestes visitantes
Los avispas perdieron la cabeza y se lanzaron a por el triunfo con el suelo resquebrajándose bajo sus pies. El punto corrió serio peligro. Adrián sacó una mano primorosa y el delantero David Herrejón a punto estuvo de conectar un remate de tijera dentro del área.
El banquillo del Rompeolas hizo continuos llamados a la calma y realizó los cambios que pudo para detener aquel descontrol que a punto estuvo de culminar la debacle total.