Intersport Leciñena 3 Athletic Rompeolas 0
Sumido en penurias
El Athletic Rompeolas, otra vez en cuadro, da la cara en Leciñena, pero acaba goleado cuando ya acariciaba un punto
El árbitro se convierte en incomprensible protagonista final con las expulsiones de Posadas y Javi y una caótica redacción del acta plagada de errores, alguno de bulto
Intersport Leciñena 3
Enrique Escanero, Bolea, Gálvez, Meres, Javier Murillo, Alfredo Escanero, Alberto, José Murillo, Ispas, Constantin, Gugiu.
Athletic Rompeolas 0
Javi; Sierra, Pablo, Juan, Alberto (Ernesto, 41); Rober, Joaquín, Héctor, Mario Marco, Posadas; Dani (Ángel, 41).
Goles: 1-0, min. 54: Medes. 2-0, min. 64: Ispas. 3-0, min. 78: Juan, en propia puerta.
Árbitro: C. Martínez. Mostró cartulinas amarillas a los locales Ispas, José Escanero y Alfredo Escanero y a los visitantes Pablo, Rober Posadas (2) y Javi (2).
Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada de la Segunda Preferente de fútbol Laboral disputado en el campo municipal de Leciñena. Terreno de juego de hierba natural en estado irregular. Mañana soleada y buena temperatura. La segunda parte comenzó con más de 10 minutos de retraso porque el árbitro tuvo que reordenar las fichas del Rompeolas. Un problema achacable sin duda al conjunto blanquinegro, que Javi ayudó a subsanar (o eso pensó al salir de la caseta del colegiado). Sin embargo, el acta del encuentro presenta numerosos errores de bulto difíciles de explicar, como el de que el dorsal 16 del Intersport Leciñena, que jugó de titular, un hecho que demuestra la foto de más abajo, no aparece en el texto redactado por C. Martínez.

Y la prueba que contradice el acta del árbitro C. Martínez: de verde, un jugador local luciendo el dorsal 16.
LECIÑENA. El Athletic Rompeolas sigue instalado en el pozo de la clasificación tras encajar el pasado domingo frente al Intersport Leciñena su tercera derrota consecutiva en otro partido que afrontó con lo puesto y en el que, pese a la contundencia del marcador, hizo méritos para incluso haber sacado algo positivo de su visita a Leciñena.
Ocho goles encajados, uno solo a favor y cero puntos de nueve son datos preocupantes para un grupo consolidado que había olvidado lo que es moverse en aguas cenagosas. Pero detrás de ese arranque tan desesperanzador aparece sin duda la escasez de efectivos sufrida hasta ahora y no las sensaciones que transmiten los que sí están, a los que les está tocando dar la cara en circunstancias complicadas.
Frente al Intersport Leciñena se improvisó una alineación en precario sólo reforzada a última hora con las incorporaciones postreras de Ernesto Orcajo y Dani López, quienes aparcaron por un rato circunstancias familiares complicadas para echar una mano. Juan asumió la responsabilidad de gobernar la defensa, pese a sus reparos con el juego aéreo. Y lo hizo con nota. A Pablo, portero a tiempo parcial y espartano es sus horas libres, le tocó el marrón de marcar al delantero centro Ispas, buque insignia que en todo momento determina el juego directo de los leciñenenses. Alberto estiró sus limitaciones físicas en el lateral izquierdo durante medio tiempo. Mario Marco se sobrepuso al cansancio y los calambres resistiendo los 80 minutos sobre el campo y Joaquín tuvo que hacer de escudero de un inconmensurable Rober en el centro del campo.
Terminado el retablo de elogiados, hay que decir que el Intersport Leciñena contó en el primer tiempo con numerosas ocasiones para haberse marchado al descanso con una ventaja cómoda en el marcador, pero no acertó con la portería de Javi. Luego el Athletic Rompeolas le tomó la medida al ataque local y se vino arriba. Durante muchos minutos dio muestras incluso de poder dar la sorpresa desplegando un juego combinativo en el centro del campo con algunas llegadas claras, pero fue entonces cuando el aguijón verde soltó su veneno mortal. Ispas se desmelenó y luego el árbitro, ante la perplejidad de propios y extraños, quiso sumarse al festín dejando al Rompeolas con 9 jugadores por simples comentarios siempre dentro del respeto.
El Rompeolas sabía el escenario que se iba a encontrar. Cada visita a tierras monegrinas se convierte en un suplicio de apresuradas carreras hacia la portería propia bajo una sensación de condena. Siempre igual. La presencia del delantero Ispas, un torbellino con la pelota lanzada, convierte el juego en un frontón. La pelota va y vuelve. Cuanto más decidido vas al ataque, más rápido vuelve el juego hacia tu área. Los blanquinegros, conscientes del peligro y de sus propias limitaciones, salieron decididos a amarrar bien atrás. No podía repetirse el desastre de la temporada pasada. Entonces, siete minutos aguantó en pie antes de caer rendido.

Pablo resopla. El duelo con Ispas sólo acaba de empezar. Será un máster acelerado en el puesto de central.
Esta vez la inédita defensa mostró más empaque, aunque el más mínimo desajuste en los marcajes fue aprovechado por el ataque local para poner en jaque el área de Javi. Carlos Murillo tuvo la primera gran ocasión dentro del área pequeña, pero golpeó al aire tratando de rematar un balón que venía tras un remate defectuoso de Bolea.
En la siguiente acción, Ispas remató al palo un centro pasado desde la parte derecha tras haber burlado el marcaje de Pablo. Dos avisos muy serios, que dieron paso a una fase en la que el Rompeolas tomó aire con varias salidas desde atrás gracias a las combinaciones entre Rober, Posadas, Héctor y Joaquín. Eso hizo que los blanquinegros se vinieran arriba, pero a la vez provocó que el equipo se partiera en dos. La defensa no podía dejar tanto espacio a su espalda y el centro del campo y la delantera no tenían tiempo para regresar con las salidas fulgurantes de los locales. Ispas encontró el punto de fuga a la espalda de Pablo y se plantó delante en el área, elevó el balón por encima de Javi y, entre Alberto, haciendo de parapeto con su resbalón inoportuno, y Juan, veloz como el rayo acudiendo al corte, evitaron el remate de Medes.
La espalda de los blanquinegros se hizo demasiado permeable. En una de esas acometidas, Alberto decidió no acompañar la salida de sus compañeros y habilitó a Ispas, quien ceremonioso, recortó a Javi hacia afuera como tantas otras veces y chutó sobre la portería, pero encontró la barrera infranqueable del lateral izquierdo del Rompeolas, que recuperó la posición como puede verse en la secuencia de aquí abajo.
Una nueva llegada del Intersport Leciñena hizo evidente la inestabilidad de los visitantes. Bolea centró desde la derecha e Ispas trató de abrir la lata disparando con su pierna derecha, pero Javi salvó sobre la línea. A todas esas llegadas de los locales hay que sumar un penalti clamoroso cometido por Juan que el árbitro tuvo que ver porque en línea estaba. Lo grave es que no entendiera que era merecedor de castigo.
El descanso fue una bendición para el Rompeolas. Ángel y Ernesto suplieron a Dani y Alberto, respectivamente. La defensa pareció tomar la medida al juego de frontón de los locales. Ispas buscó otras rutas de acceso echándose a al costado izquierdo. La pelota cada vez pasaba más tiempo en los pies de los jugadores del Rompeolas. Rober distribuía con acierto en el centro, Mario y Héctor avanzaban por sus respectivas bandas y Posadas anunciaba el peligro cada vez que encaraba a los centrales. Elaborar las acciones ofensivas con paciencia podía ser garantía de éxito, pero sobre todo servía para protegerse de las acometidas de los verdes.
Precisamente en uno de esos avances pausados, Posadas estuvo a punto de llegar a conectar el remate a un centro desde la banda derecha.

El portero del Intersport Leciñena agarra cariñosamente la cabeza de Posadas, que casi llega al remate.
Cuando mejores sensaciones ofrecían los visitantes, un desajuste en el balance defensivo de su banda derecha y unos marcajes defensivos demasiado livianos dentro del área permitieron que el Intersport Leciñena encontrase por fin la luz del gol.

Mario se impone en el salto a su marcador y remata a portería, pero el balón impacta en el larguero.
Reaccionó el Rompeolas por medio de Héctor, quien con un doble quiebro se marchó de forma espectacular por su banda izquierda tras una salida desde atrás de Juan, y puso un centro al segundo palo, donde apareció Mario Marco, que remató de cabeza al larguero.
Las llegadas a la frontal de los blanquillas se sucedieron, pero la falta de acierto en el disparo de Joaquín y la buena labor de los locales interceptando el último pase o cortando con faltas los avances visitantes evitaron el empate. Mario Marco se deshizo en requiebros y jeribeques por el centro y avanzó hasta la misma frontal, desde donde abrió a la parte derecha. Allí Sierra puso un centro raso que Joaquín conectó con un tiro alto desde la frontal. El equipo se sentía a gusto y veía cerca el empate, adornándose incluso con detalles de lujo con un caño de Posadas de quedarse con la boca abierta, o un recorte de Mario sin tocar la pelota que dejó sentado a un defensor de los verdes, pero cada vez exponía más a su línea defensiva, reducida a un mano a mano continuo entre Ispas y Pablo. En uno de ellos, el central de nuevo cuño pecó de ingenuidad arrojándose al suelo para intentar cortar el avance del ariete local y éste ya solo se recreó en la suerte del quiebro y gol frente a Javi, 2-0.
En otra batalla del espartano, este cayó al suelo en el cuerpeo con Ispas, quien esta vez se entretuvo demasiado frente a Javi, lo que dio tiempo a Juan a recuperar la posición y rebañarle la pelota.
El árbitro se convirtió en protagonista inesperado de la historia en los últimos minutos expulsando de forma consecutiva y en menos de dos minutos a Posadas, por recriminarle cómo podía estar siguiendo el juego, localizado en una banda, si él estaba hablando con el defensa lateral del costado opuesto, y a Javi, por decirle «vaya tela», sin terminar con «marinera», como bien se encargó de recalcar una y otra vez el portero del Rompeolas. El día que necesite de verdad las tarjetas seguro que se le pierden por un agujero del bolsillo.

Con ese gesto tan peculiar aguardó el árbitro a que Javi intercambiase su camiseta con Pablo, portero de emergencia.