Lección de coraje pese a la amarga derrota final

El Athletic Rompeolas no pudo sobreponerse a las adversidades y acabó perdiendo pese a la buena imagen ofrecida.
AD Huérmeda 2
Athletic Rompeolas 1 Javi; David, Jesús, Arrébola, Kike; Pablo, Jordi, Mario, Adrián; Coke, Dani.
Goles: 1-0, min. 37. 1-1, min. 57: Coke. 2-1, min 82.
Amonestaciones: Tarjetas amarillas para Pablo y Arrébola
Incidencias: mañana fría en la ciudad deportiva de Calatayud. El Rompeolas jugó todo el segundo tiempo con un jugador menos.
CALATAYUD. Javi, David, Jesús, Arrébola, Kike, Pablo, Jordi, Mario, Adrián, Coke y Dani. Los once de Calatayud, que acabaron siendo diez, dieron una lección de pundonor pese a la triste derrota final frente a un rival directo como la AD Huérmeda (2-1).
El Athletic Rompeolas sufrió numerosas ausencias (justificables y no) y alguna muestra de falta de compromiso. El juntaletras que suscribe asume su culpa. Imperdonable.
El equipo, sin embargo, se sostuvo en pie, entre otras cosas, porque Mario acudió a echar una mano sin dormir después de toda una noche trabajando. Porque Coke jugó lesionado. Porque Dani aguantó un tiempo y tuvo que marcharse por un problema familiar, porque Iñaki se desgañitó desde la banda con sus arengas…
Los que vieron el primer tiempo cuentan que los azulones no sufrieron demasiado acoso de parte de las AD Huérmeda, que pareció conformarse con la ventaja mínima obtenida tras una incursión por la banda de Kike. A la vuelta de los vestuarios, el Rompeolas saltó al campo con 10 futbolistas por la marcha de Dani. Pese a ello, se creció ante la pasividad de su adversario, que esperaba para matar al contragolpe, y mantuvo la posesión de la pelota durante muchas fases del encuentro. Arrébola y Jesús apuntalaban la defensa por el centro, con David y Kike resistiendo por las bandas. Pablo y Jordi se multiplicaban en ataque y defensa. Mario apuraba el resuello con sus cabalgadas por la banda derecha, Coke, impedido para correr, recibía al pie y templaba la salida de balón dirigiendo casi todos los ataques hacia Adrián, baluarte ofensivo del Rompeolas escorado en el flanco izquierdo. Él asumió la responsabilidad de lanzarse, muchas veces en solitario, hacia la portería rival, acaparando la atención de los zagueros locales, reteniendo la pelota para dar un respiro a sus compañeros, disparando a puerta con intención.
El Rompe fue creciéndose a base de coraje y jugadas de mérito hasta el punto de que era el único que buscaba el gol con determinación. Los locales, fríos como la mañana, conducían la pelota con anodida superioridad numérica, con manifiesta incapacidad creativa, mostrando una imagen que no justifica los puntos que llevan en la clasificación. Y mientras, su banquillo, perdía tiempo cada vez que tenía que echar un balón. Sintomático. Había miedo.
El premio a la tenacidad de los azulones llegó tras una incursión por la derecha de Mario. Ganó en velocidad a uno de los centrales, se metió en el área y recortó hacia dentro, lo que provocó que el zaguero que lo perseguía lo atropellase sin remedio. Penalti. Adrián declinó en ese caso la responsabilidad y fue el maltrecho Coke el encargado del lanzamiento. El portero adivinó su intención, pero el bravo delantero del Rompeolas arregló el desaguisado remachando a las mallas el rechazo. Hazaña.
El empate puso de los nervios a los locales. De pronto, todo eran prisas. Estaban sumando un solo punto frente a un equipo con diez jugadores. Uno de ellos cojo, otro que no se había echado a dormir y varios con la lengua fuera. Pese a ese cuadro, el Rompeolas siguió creando las mejores ocasiones sin sufrir demasiados agobios atrás. Adrián mandó un disparo al larguero, Mario y Jordi rondaron el segundo y Pablo, en la ocasión más clara del partido, robó una pelota en zona de tres cuartos y se plantó delante del portero, pero, trastabillado por la entrada de un defensa –acción que bien pudo haber sido castigada nuevamente con penalti–, disparó flojo sobre el cuerpo del portero.
Cada jugada de tres o cuatro pases, cada pelota aguantada eran heroicidades para un equipo que se veía incluso ganador. Pero en el tiempo de descuento, cuando el punto ya se acariciaba como un botín de oro, la crueldad se cebó con el Rompeolas. Un pase horizontal aparentemente inofensivo hacia la parte izquierda de la frontal del área llegó a los pies del extremo local, que eludió la marca de Kike con pasmosa facilidad y cruzó lejos de Javi.
El resultado, extremadamente doloroso y muy negativo por cosecharse frente a un rival directo, no empañó la entrega de los once que se vistieron la camiseta azul del Rompe. Con ese espíritu y pese a que se cierra la primera vuelta con solo 6 puntos de 39, la salvación sigue siendo posible. Solo falta que al reto se sume más gente.