Intersport Leciñena 5 Athletic Rompeolas 2
Mucho arroz para tan poco pollo
El Rompeolas sufre frente al Intersport Leciñena la derrota más abultada de la temporada pese al buen juego y los dos goles de ventaja al descanso
La debilidad defensiva, la falta de acierto y la escasez de efectivos en una convocatoria límite explican el hundimiento final

David Posadas, en una visita anterior a Leciñena. Apenas dio para sumar once en el campo, como para hacer fotos.
Intersport Leciñena 5
Escanero; Jesús Murillo (Javier Murillo), Bolea, Catalin Olic, Carlos Murillo, Ricardo Jiménez, José M. Murillo (Rubén Gracia), Tomás Montesa, Guiu, Constantin Udeanu, Nicolae Ispas.
Athletic Rompeolas 2
Kike; Sierra, Alberto, Jose Antonio, Mario Lafuente; José Manuel, Rober, Dennis, Jordi; Santi Mur, Posadas.
Goles: 0-1: Posadas. 0-2: Santi Mur. 1-2, Constantin Udeanu. 2-2: Carlos Murillo. 3-2: Guiu. 4-2: Rubén Gracia. 5-2: Ricardo Jiménez.
Árbitro: Francisco Miguel Romeo. No mostró ninguna amonestación.
Incidencias: Mañana muy fría en Leciñena por el cierzo y pese al sol. El Rompeolas se quedó con el saque inicial y defendió durante la primera parte la portería más alejada de los vestuarios, esto es, jugó con el viento a favor. Los de Kike acumularon muchas bajas, algunas previstas y otras como la de Joaquín, de última hora. Hasta diez minutos antes del comienzo no se supo si tendría que saltar al campo con diez efectivos, hasta que en el último momento apareció Jordi, alias ‘peseto loco’.
LECIÑENA. La dignidad de un futbolista no se mide por los minutos que juega, ni por los años que acumula en sus piernas. La dignidad la manifiesta cada vez que se enfunda la camiseta de un equipo y da lo que tiene, lo que puede, por una causa común. A veces en condiciones límite, lo que hace su esfuerzo aún más meritorio.
Mucho mérito hay en la abultada derrota sufrida por el Athletic Rompeolas en Leciñena (5-2). Pese al varapalo de encajar una manita, pese a la frustración final tras haberse marchado al descanso con un 0-2 a favor e incluso haber fallado un penalti, el conjunto avispa dio la cara ante las numerosas bajas y jugó como pocas veces lo ha hecho en el complicadísimo terreno de juego monegrino.
Porque no se trató de ningún martirologio de once desdichados. Ni el cierzo, determinante para el desarrollo del juego, ni el mal estado del césped natural (muy peligroso por irregular y resbaladizo) impidieron que los visitantes desplegaran un juego vistoso con jugadas elaboradas y llegadas peligrosas.
Y eso que hasta diez minutos antes de comenzar el partido, momento en el que apareció por el campo Jordi sin excesiva prisa, la menguada expedición del Rompeolas estaba mentalizada de que tendría que afrontar el coche con diez efectivos. Sin portero acreditado por la imposibilidad de Dani Laparra y la incapacidad de Pablo. En cuadro en el resto de posiciones, se trataba de repartir las escasas piezas sobre el tablero. Kike fue el sacrificado para colocarse bajo los palos. No tiene una presencia demasiado imponente como dar el pego, pero tampoco parece que le hayan regalado los guantes en Proyecto Hombre. Estuvo correcto y atento y poco más pudo hacer en los goles.
La defensa, que tenía que hacer frente a uno de los ataques más potentes de la competición, estuvo formada por José Antonio y Sierra, las piezas más aparentes de la vajilla, junto a un Alberto a punto de caramelo de quirófano y un Mario Lafuente que en diecisiete jornadas llevaba disputados 53 minutos, lejos de los 80 completos que se llevó en el zurrón de vuelta a Zaragoza entre fatigas y calambres. Qué duro se le tuvo que hacer el lunes. Ambos mantuvieron el tipo hasta que el empuje monegrino hizo que se les saltasen las costuras.
Por delante, José Manuel dio un recital de posicionamiento, dando equilibrio a un equipo tendente a romperse en dos. También una clase magistral de cómo se saca la pelota jugada bajo toda situación y circunstancia. Erró un penalti con 0-1, chutó fuera, pero ello no le impidió seguir siendo la referencia hasta el final acompañado por un incansable Rober, arriba y abajo y otra vez arriba, acudiendo a las bandas a tapar alguna que otra dejación de funciones defensivas de Dennis, mermado por sus molestias en uno de sus tendones de Aquiles y desenchufado en varias jugadas en las que sacó de quicio a más de uno por no soltar el balón para el compañero que llegaba de cara. Más arriba de esta crónica pone que Jordi llegó a tiempo e incluso fabricó la jugada del penalti, dudoso, por cierto, pero señalado, aunque luego no existe constancia de su presencia hasta que un defensa del Intersport Leciñena le clavó los tacos en el tobillo dentro del área. Ése, más claro, no fue castigado con la pena máxima.
Arriba, Santi Mur y Posadas pelearon contra los defensas locales y el firme irregular. Ambos mojaron cuando no dudaron en disparar a puerta. Mur falló un remate debajo de la portería de Escanero y Posadas salió airoso de innumerables regates, recortes y amagos, pero ya apenas tuvo ocasión de seguir aumentando su cifra de tres goles. Por que son tres ya, David.
Con todos esos condicionantes y condicionados, el Athletic Rompeolas consiguió sorprender a los locales, acostumbrados a hacer un fortín de su feudo, y se adelantaron a los pocos minutos tras un contragolpe fulgurante culminado por Posadas con un derechazo decidido desde la frontal del área. Poco antes Nicolae Ispas ya había tenido a bien presentar sus credenciales con un disparo desde la frontal que se marchó lo justo por encima del larguero.
Como siempre, el Intersport Lecineña, sobran las presentaciones, buscó incesantemente los desmarques en largo de Ispas, secundado por Constantin Udeanu. Cada aproximación era para echarse a temblar, pero Kike acababa recogiendo los balones de detrás de la portería o los atajaba sin problemas.
El Rompeolas, en cambio, movía el balón con paciencia. Cada vez que conseguía llevar el esférico de un lado al otro se plantaba en el área de Escanero. Como en la incursión de Jordi que acabó en penalti señalado por Romeo y marrado por José Manuel tras una larga jugada. Ese error envalentonó al Leciñena, que se lanzó al ataque. Cada vez era más evidente que los locales se servían de la posición libre de marca de Jiménez para sacar el balón rápidamente hacia los puntas.
Pero lo que llegó fue el segundo del Rompeolas. Jordi tocó de taco hacia adelante y Santi Mur, en posición lateral hacia la portería local, golpeó de primeras y sorprendió a Escanero por el palo corto, 0-2.
En el descanso quedó claro que Joaquín no aparecería, así que los avispas tiraron pa’ lante con lo puesto. Sabían perfectamente el chaparrón que se les venía encima con el viento en contra. Tenían claro que había que tapar al 10 de los locales y evitar en la medida de lo posible los lanzamientos en largo. Y, claro, había que seguir atacando para no encerrarse.
Durante los primeros minutos el cuadro visitante pareció responder bien al envite. Mantuvo a raya a los dos delanteros locales y aún se prodigó en ataque con más jugadas meritorias, principalmente por el centro y la parte derecha. Pero de buenas a primeras todo empezó a venirse abajo. Constantin Udeanu recogió un balón suelto cerca de la frontal y aprovechando la ligereza en los marcajes de la defensa del Rompeolas, enganchó un chut formidable que impactó en el palo derecho del portal de Kike y se coló en la red, 2-1.
Respondieron los visitantes con más llegadas, alguna muy clara tras una buena jugada por la parte de derecha con centro de Dennis que Santi Mur, debajo de la portería envió fuera. Quizá por darle con la derecha con el cuerpo mal orientado en lugar de haber puesto el pie izquierdo para empujar la pelota.
Pero lo que llegó fue el empate. Mario, en su intento por cortar un envío dirigido a sus dominios ya muy cerca del área, lo que hizo fue prolongar el balón hacia delante y al otro lado, lo que aprovechó Carlos Murillo para adelantarse a Sierra y hacer el 2-2.
Detrás de los dos tantos locales, aparentemente dos acciones aisladas, el mayor dominio del Leciñena del centro del campo. Ya no sólo era Jiménez el que recibía libre de marca, sino que en fase de contragolpe también se metía por dentro Guiu para buscar en largo sobre Ispas y Udeanu. El Athletic Rompeolas seguía viéndose con opciones de sacar algo positivo porque en cuanto hilvanaba tres pases seguidos se plantaba en las inmediaciones de Escanero.
Seguramente fue un error no haber salido de la caseta con mayores precauciones dadas las limitaciones físicas y de efectivos con los que contaba el conjunto avispa. Haberse protegido más en el repliegue y renunciar al intercambio de ataques. Hasta el punto de encerrarse en su propio campo para evitar las galopadas de Ispas. Posiblemente hubiese terminado claudicando también. Con diez quizá lo hubiera tenido más claro… Pero es que se veía tan capaz de hacer daño con el balón en los pies que no reparó en el morlaco que tenía delante.
El tercer gol del Intersport Leciñena hizo mucho daño. A balón parado, un saque templado desde la esquina que va al primer palo y un jugador al que no seguía nadie que acaba interponiéndose entre Alberto y Guiu, autor final de un remate de cabeza a la red ante la debilidad aérea del central del Rompeolas.
El 4-2 ya fue cosa más de la verbena de la Paloma
. Con la defensa del Rompeolas adelantada, el Leciñena robó el balón y José Antonio llamó a salir al fuera de juego para dejar en fuera de juego a Ispas. Alberto cumplió, pero… ya están aquí… Téngame dios… ¡el boticario! Don Hilarión…
Por el centro penetró Ruben Gracia libre de marca porque ni Mario ni nadie lo siguió.
¿Dónde está el coche? Agradecido y que se divierta.
El recién ingresado se plantó sólo delante de Kike y resolvió con una vaselina perfecta que acabó en la red. Como remata la chulapa, tómalo a risa, será mejor.
En plena descomposición, el Rompeolas continuó atacando. El balón ya no circulaba como antes, pero no dejaba de intentarlo. En plena descomposición, llegó el quinto en otro contragolpe con la defensa abierta en canal. En el interior del área volvió a vivirse la escena tantas veces repetida del defensa que acude desesperado al corte y el atacante que con sangre fría espera a que su rival se pase de frenada y rematar a placer. El diez de los locales recortó y, pese a la tarascada recibida, acabó marcando con toda tranquilidad. A Alberto le quedó el consuelo de que la cadera no se despega tan fácilmente como un hombro maltrecho.