El camino del Athletic Rompeolas está marcado

Foto de equipo de una convocatoria no demasiado habitual del Athletic Rompeolas 21/22.

La mitad del trabajo ya está hecho. El Athletic Rompeolas 21/22 llega al ecuador de la temporada fuera de los puestos de descenso tras una primera vuelta muy complicada, tal y como cabía esperar tras el largo parón de la pandemia y la renovación del grupo. El equipo avispa ha comprobado la magnitud de sus limitaciones y ha sufrido lo indecible para sacar esa decena de puntos que ahora luce en la clasificación.  

Diez puntos de treinta posibles no son muchos, pero sí suficientes, de momento, para comenzar el nuevo año y la segunda vuelta fuera de los puestos de descenso, objetivo final para una temporada crítica en la que, desde el principio, ha quedado clara la conveniencia de centrarse en encontrar al menos dos adversarios que queden por detrás (en la reunión de septiembre la Asociación no había decidido todavía si de Preferente descenderían uno o dos equipos y, de momento, en su línea habitual, no ha comunicado nada oficialmente).  

Y para ver por el retrovisor a los adversarios no hay nada como vencerlos en el campo. Especialmente en una liga como esta, partida en dos entre un selecto grupo de equipos que persiguen a un intratable Bar Estudiantil y el resto, los que tratan de huir de la quema. Así lo ha hecho hasta ahora el Athletic Rompeolas, que marcha octavo en una competición de once equipos simplemente porque ha sido capaz de derrotar, no sin problemas, a los tres que van por detrás.

Costó aterrizar sin embargo en la nueva realidad de tener que moverse por el sótano de la liga. La abultada derrota del debut liguero frente al Bar Estudiantil (6-2) fue un mazazo que, pese a todo, no corrigió la miope visión de creerse llamado a metas mayores. El empate a uno al descanso -autobús mediante- y la debacle del segundo tiempo hicieron mucha pupa. «Llevan muy buen equipo estos de La Cartuja», «no todos los rivales van a ser así», fueron varias de las reflexiones más compartidas durante la pesada digestión.

Pero el sopapo que siete días después soltó el CD Porvenir (1-4) sumió en el desconcierto al Rompeolas, maniatado por errores muy graves en defensa y una falta de acierto desesperante en ataque.

Veteranos tratando de jugar como si nada hubiese cambiado y jóvenes recién llegados sin apenas experiencia y en primera línea de fuego. Todos naufragaron por segunda jornada consecutiva. Y lo volvieron a hacer en la siguiente, frente al Rayo Pinares (3-1), hasta completar un arranque de tres derrotas consecutivas y once goles encajados. 

 Las campanas del Giner sonaron entonces a rebato ante la visita del Atlético Alfindén, a priori un rival directo en la liga de los apurados. El conjunto local se mostró más agresivo y concentrado que en partidos anteriores, pero igual de fallón en ataque. El choque, en buena medida, se decantó a su favor por los tres penaltis señalados en el área contraria -a cada cual más claro que el anterior, pese a las severas protestas de los perjudicados- y el triunfo sirvió para poner pie en pared. 

Luego vino la siempre harto complicada visita a Leciñena, de donde el conjunto avispa volvió a salir goleado (4-1), pese a ofrecer una imagen que no vino acompañada por el acierto ofensivo.

Y a esa derrota se le sumó la encajada como local frente a la AD Urriés (1-2). 

Así que la salida al campo del colista Dépor Bar Chema se convirtió en otro punto de no retorno. En un partido horrible de ambos equipos, el Rompeolas sacó provecho de su mayor acierto para acabar goleando. Fue el partido de los pelotazos, las carreras hacia la propia portería y el desgañitarse desde la banda para no cometer la increíble torpeza de conceder espacios a la espalda de la defensa.  

Detrás de los seis primeros puntos en el casillero aparecían ya algunas pocas certezas. Casi una por línea. En primer lugar, el lujo de contar en tiempos de penurias con dos porteros de garantías. Dani Laparra, que esta temporada, según ha anunciado, presta su último servicio a la causa, y Keylor, apodo detrás del que se parapeta el bueno de Jorge Francisco Martínez, incorporación llegada de la mano de Dioni.   

En defensa, cada jornada luce imperial la figura de David González. Un grano no hace granero, pero González sostiene él solo el tinglado (los días que al tinglado no se lo lleva un huracán llamado Eduardo Giménez).

 Y arriba, los tantos de Santi Mur, encaramado ya en la lista de los máximos goleadores de Segunda Preferente. 

Posteriormente, el tropiezo por la mínima frente a la AD Las Cañas (0-1) recordó a todos que este año el sufrimiento será una constante. Sobre todo si persiste el empeño de no adaptarse a las propias limitaciones y a las particulares características del reducido terreno de juego del Giner.

La visita del Pedrusco SBE se convirtió entonces en otro duelo decisivo. El Rompeolas, pese a volver a tirar a la basura el primer tiempo (0-1), supo sobreponerse con más mordiente arriba y, gracias a las inspiradas aportaciones desde el banquillo, acabó redondeando una goleada que nadie esperaba a tenor de lo visto en los primeros cuarenta minutos. 

El punto retenido ante el Veteranos Garrapinillos redondeó una primera vuelta aceptable que comenzó para echarse a temblar y se cerró con una cosecha de puntos suficiente. Aun así, solo son dos puntos mejor que lo conseguido por el propio Pedrusco y seis más que el Atlético Alfindén, posible frontera del terror en caso de que desciendan dos y no uno, plaza indeseada para la que de momento el Dépor Bar Chema hace méritos más que ningún otro equipo con un punto de treinta.  

En estos meses, si algo ha quedado claro es el valor que tiene la unión del grupo, que no se ha desmoronado pese a las tres derrotas consecutivas del inicio y el cúmulo de desaciertos demostrados. La voluntad de salir adelante ha dado la vuelta a varias situaciones comprometidas y permite ahora encarar la segunda vuelta con los mismos apuros, pero con la certeza de que el camino correcto está marcado. 

Durante esa evolución también han quedado patentes cuestiones como la necesidad de mejorar la contundencia defensiva, una de las señas de identidad del Rompeolas hasta el parón por la pandemia. David González necesita un compañero de fatigas. A esa tarea pueda sumarse Alberto Duarte si las lesiones le respetan y Mario Lafuente, recuperado para la causa tras un cambio radical de su figura. 

En los laterales, mantienen una temporada más su protagonismo José Sierra y el Citroën dos caballos de Joaquín, con la aportación -incógnita constante- de Jordi y los minutos siempre comprometidos de Ernesto Orcajo. 

Por delante, Juan y Toño llevan tiempo asumiendo la tarea descomunal de desempeñar las tareas propias del centro del campo. El primero necesita limitar su habitual dispersión de metros en balde y el segundo dejar de complicarse con la pelota en posiciones defensivas porque cada uno de sus empeños obstinados cuesta un gol en contra.  Las aportaciones del regresado Soriano y de Rober pueden ayudar muchísimo a dotar de consistencia una zona fundamental del campo. 

Por las bandas, Daniel Pablo sigue a una marcha más que todos sus compañeros y se antoja fundamental para abrir el juego por las bandas. Una tarea a la que ya aporta el joven Rubén Gormaz con su desparpajo y velocidad.

Y en la zona central de ataque, los nueve goles de Santi Mur, tercer máximo goleador de la categoría ahora mismo, sostienen buena parte de los pocos puntos que lleva un equipo con serios problemas para acertar entre los tres palos. Suma también Eduardo Enfedaque, feliz incorporación largamente deseada que, en el otoño de su trayectoria, lleva cuatro dianas y suma muchas jugadas de talento imperecedero. 

También suman el siempre voluntarioso Miguel Cantería, que ya sabe lo que es marcar y lograr goles que valen puntos, como el del otro día frente al Veteranos Garrapinillos y el muy aprovechable Rubén de Mingo, tan grande como un megalito y de fino pie que, jugando en posiciones centradas -mejor, quizá, que en la banda-, puede aportar la amenaza de los disparos desde lejos.  

Y cómo no, el eterno Ángel, cátedra desde el banquillo y minutos con criterio sobre el terreno de juego. 

A todos ellos se pueden incorporar puntualmente de cuando en cuando, según sus diferentes circunstancias personales, jugadores que marcan diferencias cada vez que aparecen por la rampa del Giner. Son Arnaldo Deonicio, decidido a reservar su físico para otra competición pero que también aporta como consejero de fichajes;  Kike Navarro, otra gran incorporación de esta temporada que dosifica sus apariciones como el riego por goteo; David Posadas, que en algún momento echará de menos bailar a los rivales y volverá; José Manuel Búrdalo, para quien hay una alfombra roja plegada en algún armario; y Daniel Barranco, que, como de verdad regrese, la va a liar. 

No podrá sumarse vestido de corto en lo que resta de temporada Sergio Molinés, aquejado de una lesión sería para la que le deseamos una pronta y, sobre todo, satisfactoria recuperación. Para él el recuerdo y la dedicatoria en caso de lograr el objetivo que no es otro que permanecer sin demasiados agobios una temporada más en Laboral Segunda Preferente. 

 

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