Athletic Rompeolas 2 – CD Sofía 2
Desastrosos
El Athletic Rompeolas, apático y caótico en todas sus líneas, se deja dos puntos decisivos frente al CD Sofía tras cuajar un partido lamentable
El colista de la liga, que llevaba 13 derrotas consecutivas, remonta en dos ocasiones los goles de Augusto y Mario Marco y se queda a un paso de llevarse el triunfo pese a jugar con tres futbolistas tocados

Incredulidad, impotencia y abatimiento a partes iguales en una imagen que resume el partido del Rompeolas.
Athletic Rompeolas 2
Pablo; Ernesto, Mario, David González, David Orcajo; Julio, Coke, Joaquín, Héctor; Augusto (Mario Marco, 57), Dani.
CD Sofía 2
Ruiz; Gimeno, Vidosa, Gitu, Nacenta; Uta, Negoita, Choren, Castaño; Florin, Costas.
Goles: 1-0, min. 9: Augusto. 1-1, min. 39: Negoita. 2-1, min. 58: Mario Marco. 2-2, min. 70: Vidosa.
Árbitro: Adrián Redondo. Mostró cartulina amarilla al local Julio y a los visitantes Castaño y Choren.
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 21 de la laboral Segunda Preferente. Mañana soleada con temperatura agradable. Entre los seguidores del conjunto local volvieron a hacer acto de presencia Iñaki y Visiedo. En el Athletic Rompeolas debutó Mario Marco, que el pasado jueves concretó su regreso a la disciplina de los naranjas hasta el final de la temporada. Ángel ocupó plaza en el banquillo de los suplentes pero no llegó a jugar.
GARCÍA TRAID. El lamentable partido completado por el Athletic Rompeolas frente al CD Sofía, colista de la Segunda Preferente y, desde esta jornada, descendido matemáticamente a Segunda, produjo en los más veteranos de la parroquia naranja sudores fríos recordando aquellos encuentros de verbena no tan lejanos en el tiempo en los que cada ataque del rival era medio gol… o gol y medio.
Empatar contra un equipo desahuciado puede entenderse como un desliz. Un día en el que no sale nada, el punto puede ser un mal menor. Un tropiezo desafortunado e inesperado después de acogotar a un rival inferior y desaaprovechar numerosas ocasiones en su portería porque sencillamente la pelota ese día no quiere entrar.
Pero después de lo visto, firmar tablas con el CD Sofía, no tiene disculpa alguna y es un desastre en toda regla. Por cómo se gestó, por cómo se desarrolló y cómo acabó derivando en un esperpento tan atroz.
Para calibrar si peca o no de tremendista esta valoración, sirva la estampa, para aquellos que no lo vivieron en el campo, de un equipo desahuciado en la clasificación que, con tres jugadores renqueantes (uno de ellos ostensiblemente cojo) y un banquillo vacío (no tenían ni para acercarse el botiquín), se merendó al quinto de la clasificación, le remontó por dos veces los momentáneos 1-0 y 2-1 desarbolando una y otra vez su paupérrima defensa colectiva y acabó haciendo méritos suficientes para haber logrado su tercer triunfo de la temporada.
Porque el CD Sofía no rascaba un punto desde el ya lejano 30 de octubre de 2016, cuando venció a domicilio al muy debilitado esta temporada La Taberna de Chipi (0-2). Antes sólo había sido capaz de sorprender al Intersport Leciñena en la primera jornada de liga (0-1). En todo ese periodo de tiempo, esa larga travesía por el desierto, 18 domingos de sinsabores, 13 de ellos consecutivos. Hasta que dio con un equipo lo suficientemente mortecino para superar sus propias limitaciones.
El tropiezo no fue fortuito, que algunos lo vieron venir. En la previa se rumiaba la típica relajación que aparece de forma incomprensible cuando llega el colista. Las bajas en la columna vertebral elevaron la alerta por tener que formar una defensa hasta entonces inédita, pero la convocatoria del Rompeolas, quinto clasificado por méritos propios (méritos de todos), ofrecía garantías suficientes sobre el papel para haberse impuesto de forma holgada.
Sobre el verde, sin embargo, el Athletic Rompeolas fue una comparsa sin alma, sin ganas y sin recursos. El monstruo ya enseñó las patitas el día del Chuletón RTS. ¿Puede un equipo que marcha quinto, a tiro de piedra de los líderes, permitirse el lujo de salir apático y sin ganas a un terreno de juego? Frente al peor conjunto de la categoría también respondió que sí.
Ni encontrarse con el viento a favor sirvió de nada para evitar el soponcio. El CD Sofía, con un once cogido con alfileres, sufría enormes dificultades para sacar el balón desde atrás y arriba sus dos puntas no destacaban precisamente por su punta de velocidad. Sólo las salidas impetuosas desde atrás del central Vidosa y el despliegue esforzado de Negoita en el centro despuntaban sobre el resto. Al poco del comienzo, el visitante Castaño sufrió una lesión que le hizo cojear de forma evidente hasta el punto de avanzar en alguna jugada a la pata coja. No había suplentes que lo reemplazasen.
Héctor tuvo la primera ocasión para los locales pero su instinto asesino todavía estaba aletargado a esas horas de la mañana. El CD Sofía regalaba el balón a la mínima presión. Eso, que lo veía hasta el más dormido detrás de la valla, no era suficiente argumento para que Dani y Augusto se exprimiesen apurando a los defensas rivales. Andaba el italiano enfrascado en la dosificación del esfuerzo propio esperando el de su compañero cuando de pronto se encontró que, estirando un poco el pie, se llevaba el balón. En un abrir y cerrar de ojos, trazó un zigzag entre los zagueros del Sofía y tras pisar el área soltó con su pierna izquierda un disparo raso y ajustado al lado izquierdo del portero Ruiz. Resultó imparable. 1-0.
La ventaja tuvo que asentar a los locales, mostrarles el camino. Había que ahogar la salida del adversario, cortar rápido, recuperar el esférico y o bien mantener tranquilamente la posesión o lanzar contragolpes buscando aumentar la diferencia. Pues no señor. El Rompeolas no presionó arriba y consintió las salidas rápidas de Vidosa y Negoita. El centro del campo se veía desbordado y en los duelos individuales siempre llegaba tarde o directamente no llegaba.
Mientras, la defensa comenzó a reunir una colección de errores obscenos en las entregas. Venía ya la pelota mareada de tanto sobeteo sin sentido cuando David González dudó qué hacer con ella y acabó regalándosela a los de blanco, que encontraron rápidamente la manera de hacérsela llegar a Negoita para que éste rozase el empate con un tiro cruzado que salió ligeramente desviado del marco de Pablo.
Luego su tocayo David Orcajo cometió el pecado de dar un pase horizontal al limbo concediendo otra ocasión a un adversario más dado a hacer regalos que a recibirlos.
Arriba, las únicas noticias llegaron de la mano de un Joaquín incisivo (aunque poco colaborativo e el retorno, todo hay que decirlo). Un tiro suyo tras robo de Héctor acabó en las manos de Ruiz y luego, tras comerse literalmente al lateral Gimeno, estrelló su zambombazo en el cuerpo del portero. Un poco antes Dani había dado muestras una vez más de necesitar sesiones intensivas en el diván. El delantero centro del Rompeolas, que viene de un largo periodo de ausencia por una lesión, se encontró solo dentro del área con un balón rebotado tras el despeje de Gimeno y el impacto en las piernas de Joaquín. En lugar de encarar a puerta y exhibir el instinto letal del punta que debe ser, se dio la vuelta pensando que el árbitro iba a señalar fuera de juego y soltó el balón como si la cosa no fuera con él ante la estupefacción de sus compañeros y el asombro de sus rivales.
Él mismo reconoce no encontrarse en las mejores condiciones. Arrastra una falta de confianza preocupante tras su última lesión, pero el mejor camino para recuperarla es el trabajo y la pelea. Nadie exige aciertos, sólo entrega.
Como un espejismo de lo que pudo ser y no fue, Héctor dibujó una acción maestra pegado a la raya blanca de la banda derecha. El atacante naranja recibió y pisó el balón con su pierna derecha para deshacerse de su marcador con un caño y salió en diagonal hacia el centro hasta hacer un espectacular cambio de juego con su pierna izquierda hacia Joaquín. Fue un oasis en medio de aquel erial futbolístico.
El castigo para los locales se consumó en el minuto 39, a uno del descanso. Mayor delito si cabe. Ernesto, igual de obtuso con el balón en el lateral izquierdo, perdió la posesión y propició el contragolpe del CD Sofía, que cómo no, culminó Cristian Negoita fusilando a Pablo, 1-1.
En el descanso las caras eran largas, pero no se veía venir el drama del segundo tiempo. Había tiempo de sobra para resolver el entuerto y el problema no estaba en el rival sino allí dentro de esas cuatro paredes. Se apeló al mayor compromiso de todos, a la necesidad de presionar la salida de balón del rival, de evitar nuevos errores atrás y de definir más claramente los marcajes y hacerlos más estrechos.
El equipo pareció responder al estímulo y durante los primeros minutos Dani y Augusto apretaron las tuercas a los zagueros del Sofía. El equipo pareció querer hasta que se volvió a sumergir en la apatía del primer tiempo. El CD Sofía seguía llegando con demasiada facilidad al área de Pablo y el centro del campo naranja no generaba nada potable. Kike mandó a Héctor al centro y a Augusto a la banda buscando soluciones, pero la situación se iba deteriorando.
Faltaba nervio y garra. Desde el banquillo se alertaba de la urgencia que había para lograr ya el 2-1, pero en el campo no se sentía esa prisa. Pablo demoraba los saques de puerta hasta la exasperación y sus compañeros se quedaban protestando al árbitro minucias o conversando insustancialidades con los rivales. Qué mayor prueba de que la gente no estaba enchufada cuando Augusto interpretó erróneamente que debía entregar el esférico al CD Sofía y lo envió al centro del campo, donde de no ser por la deportividad de los visitantes, se podía haber gestado un contragolpe sonrojante.
Viendo la empanada que llevaban los de naranja en la cabeza, el CD Sofía se soltó aún más en ataque. Poco importó que Castaño siguiera cojo, que Negoita se resintiese de un problema en la parte posterior de su rodilla izquierda o que Costas implorara al banquillo del Rompeolas que alguien se acercara a traerle el réflex para enmascarar el tirón que llevaba en el aductor de su pierna izquierda (pincha en la palabra remarcada si con frecuencia dudas entre aductor y abductor). Los de blanco salían como balas y sembraban el desconcierto en la desordenada defensa los locales. Negoita reclamó mano de Mario debajo de la portería, pero el árbitro no señaló nada.
Acto seguido Joaquín penetró hasta la cocina por su banda y en lugar de busca un amigo que empujara la pelota a la red trató de sorprender al portero, pero éste respondió sacando el puño de su mano derecha para desviar a córner.
Kike movió el banquillo dando entrada al debutante Mario Marco (de regreso a la disciplina del Rompeolas) en lugar de un más que desdibujado Augusto. Y el cambio fue gloria bendita porque en menos de un minuto ya estaba goleando. Dani recibió dentro del área y con su pierna izquierda envió al otro palo, hasta donde la fe impulsó a Mario a llegar para empujar la pelota al fondo de la red.

Mario Marco, salió, vio y goleó. El fichaje de última hora del Rompeolas empujó a la red el envío de Dani.
Más allá del oportunismo y la fortuna de hacer gol en un momento tan delicado, la salida de Mario Marco insufló un aire distinto al viciado que respiraban sus compañeros. En sus escasas cuatro o cinco intervenciones trató de llevar rápido el balón al ataque, frenó y templó cuando veía que no podía progresar y soltó el balón con criterio.
Pero desde luego no fue suficiente para disimular la descomposición de un equipo que, después de no saber aprovechar dos remates de Joaquín y Coke, se vino abajo. Literal.
El central Vidosa se marchó definitivamente al ataque y si hasta entonces los marcajes de los cuatro de atrás del Rompeolas habían sido muy livianos, a partir de entonces fueron inexistentes. En cada contragolpe visitante los blancos se multiplicaban por esporas y, libres como el viento, amenazaban la exigua ventaja reconquistada. Resulta descorazonador ver a defensas que sólo conciben como tarea propia lo que suceda por delante de ellos y obvien que lo más importante acontece a su espalda. Por allí se colaron como quisieron los Costas, Choren, Negoita y Vidosa, convertido este último ya en delantero centro. Cuando los cuatro de atrás reparaban en dónde estaban sus rivales a vigilar, entonces procedían a darse la vuelta, pero la jugada estaba desbocada.
Precisamente el reconvertido atacante se escapó con un cuerpo de ventaja y dentro del área cayó delante de Pablo. El árbitro no vio nada punible en la carga de los defensores, aunque bien pudo señalar penalti. En la siguiente razia , Mario Lafuente cortó por lo sano la llegada en el mismo borde del área. La falta la lanzó Choren al larguero ante un Pablo convertido en estatua de sal. El empate era cuestión de tiempo.
Sería en el siguiente balón a la espalda de un nuevamente distraído David Orcajo. El central Mario Lafuente no pudo llegar al corte y Vidosa se marchó solo. Le dio tiempo a todo frente a un Pablo de pies de hormigón que no salió de su portería ni en esa ocasión ni en ninguna de las varias bastante más claras en las que pudo hacerlo. 2-2.
En los últimos minutos incluso peligró el empate. El CD Sofía olió la sangre de su presa y se tiró en plancha. Casi cuatro meses sin llevarse nada a la boca dan para hacer hambre. Volvió a reclamar un penalti y acumuló varias llegadas más. Rozó la machada frente a un Rompeolas quién sabe si empachado por esa quinta plaza. Los de Kike aún tuvieron una oportunidad para remediar el desaguisado, pero ni Coke ni Héctor atinaron ante Ruiz.