Athletic Rompeolas 6 – Pedrusco SBE 1

El elefante en la habitación del que nadie habla
«El árbitro regaló el partido al Rompeolas», que se impuso por 6-1 al Pedrusco SBE con apenas un par de goles legales en un partido marcado por los constantes fueras de juego no señalizados al ataque de los locales, claramente beneficiados por la ineptitud de un juez que a todas luces desconoce la regla que indica cuándo un jugador se encuentra en una posición irregular respecto al balón.
Las arañas más perezosas de Google bien podrían terminar aquí mismo su mecánico rastreo para consuelo de los integrantes de la expedición del Pedrusco, quienes no dejaron de protestar airadamente las decisiones de Adrián Arenaz. Pero este espacio sirve habitualmente para reflejar lo sucedido y esta vez no será distinto, por más que resulte más inteligente dejarlo estar una vez más, volver a pasar página. Otra vez.
El Athletic Rompeolas se desquitó de la dolorosa derrota sufrida una jornada antes frente a Las Cañas y goleó 6-1 al Pedrusco SBE aprovechando la debilidad defensiva del conjunto alagonero que, pese a todo, nunca se rindió y, una vez más, elevó la tensión con el reproche y la riña constantes.
El devenir del choque, eso sí, bien pudo conducirse por otros derroteros si al poco del comienzo el árbitro no hubiese anulado un gol del visitante Guti por entender que se encontraba en fuera de juego. El 11 del Pedrusco había remachado a la red sin dudarlo un regalo de la zaga del Rompe en su salida desde atrás.
Los locales pasaron del susto a la alegría en menos de dos minutos con el 1-0, fruto un envío en largo de Soriano a la espalda de la adelantadísima zaga visitante que corrió a aprovechar Rubén Gormaz. El joven atacante del Rompeolas elevó el esférico por encima de la salida de Ramírez con una certera vaselina.

Poco después, un centro de Edu tras robar el esférico cerca del área rival fue desaprovechado por el propio Gormaz para hacer el segundo, que llegó por la misma vía: otro balón en largo y otra salida suicida de la línea defensiva de los visitantes por la que se coló nuevamente Rubén para poner el 2-0 en el marcador entre las protestas del Pedrusco, que, a partir de entonces, subieron de decibelios y se hicieron cada vez más frecuentes. Fue otra vía para tratar de igualar las fuerzas.
Se resume rápido, pero, entre gol y gol. el Rompeolas se atascó tratando de sacar el balón desde atrás en intentos tan elaborados como fallidos.
Los locales lo vieron hecho y se relajaron pese a los gritos de alerta desde el banquillo. Un despeje fallido, una salida blanda al corte, un taconcito de espaldas sin venir a cuento, un salto de cabeza insuficiente, un marcaje despegado… El Rompeolas se vio a merced del ímpetu de un Pedrusco que a base de garra, protestas y un juego cada vez más intenso, acabó acogotando a los locales.
Dadas las facilidades defensivas planteadas por el cuadro forastero, lo que realmente funcionaba era lanzar en largo y correr. Así lo entendió una vez más el cuadro avispa, que por medio de Edu estableció el 3-0.
Pero, ¡ay!, la falta de intensidad de los locales algo tuvo que ver luego en el tanto del certero Gutiérrez, quien aprovechó una debilidad de Juan al corte para ganar la posición dentro del área y tocar el balón lo suficiente para desviarlo a la red.
A ver si poniéndolo por escrito alguien hace algo
En los últimos instantes del primer tiempo (según refleja el árbitro en sus anotaciones), una combinación por el centro de los locales culminada por Kike volvió a ensanchar la ventaja de los avispas mientras el conjunto visitante se deshacía en exabruptos contra el paciente árbitro, que sobrellevó el chaparrón guardándose las tarjetas por protestar en algún lugar recóndito de su uniforme.
De otra forma, antes o después habría dejado a los visitantes en cuadro, tanto por lo insistente como por lo desaforado de sus quejas. Una balsa de aceite, no obstante, comparada con la situación sufrida por el Rompeolas la temporada pasada en el campo de La Portalada, donde, además, se sumaron el juego más que brusco, los insultos y las amenazas, tanto dentro como fuera del rectángulo de juego, con la complicidad por omisión de un árbitro cuya respuesta en el vestuario fue entonces un lacónico «ya sabéis cómo son».
Ese y no otro es el elefante en la habitación que todo el mundo ve, pero nadie comenta. La existencia de un rival que acostumbra a desbordar el reglamento y montar gresca a la mínima. Bien lo tiene que saber el resto de equipos. Lo conoce ya Adrián Arenaz. Lo tuvo que comprobar el informador arbitral Eugenio Bargo si, además de hacer fotos, no miró para otro lado durante los 80 minutos. Y lo tiene que saber Fernando Fabra, presidente de la Asociación Aragonesa de Deporte Laboral.
La experiencia dice que un texto crítico exacerba al señalado casi más que ponerse a su nivel durante el partido. Y aquí cada palabra está medida en peso y altura para no ir más allá. Pero ya está bien.
Y eso que lo más prudente sería dejarlo pasar otra vez. De hecho, lo mejor sería no presentarse cuando el calendario señale la visita a su campo y asumir las consecuencias. Y así acabará siendo si desde la Asociación no se designan árbitros que afronten la cuestión y pongan coto a ese comportamiento fuera de lugar.
Más goles, otra relajación absurda y nueva ración de gritos desde el banquillo
La holgura en el marcador no evitó la arenga en la caseta local durante el tiempo de descanso. Porque, pese a ese colchón, el guion entre manos seguía siendo el de un ‘thriller’ de final incierto con giros previsibles hacia la tragedia en una atmósfera cada vez más incómoda por la presión del rival a todos los niveles. Había que mantener al máximo la tensión competitiva y había que estar preparados para cualquier contratiempo.
Kike se convirtió en el goleador de la mañana con otros dos tantos más. El 29 del Rompeolas exprimió las fisuras de la defensa del Pedrusco, lo que transmitió al conjunto de sus compañeros una tranquilidad mal entendida que los llevó a relajarse en los marcajes y en los balones divididos y a obcecarse en perder el esférico en posiciones comprometidas. Ello dio alas al rival, que siguió atacando y contó con varias ocasiones claras para haber más que maquillado el resultado.
Saque en corto, balón al eje de espaldas, pérdida. Saque en corto, balón al lateral, pérdida. Saque en corto… si cansa leer algo así, cuánto hartazgo no producirá contemplar esa escena una y otra vez. Con 6-1, qué necesidad de complicarse la vida.